“Los estallidos sociales no son políticas públicas o decisiones que se racionalizan en una oficina”

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El académico no cree que haya otro estallido social. “No son políticas públicas, enmiendas, o decisiones que se racionalizan en oficinas”.

Académico Javier Agüero. “Son fuerzas de la historia que se liberan y que irrumpen muy de vez en cuando, de manera acéfala por lo general y sin un relato estandarizado”, sostiene profesor de la UCM.

TALCA. Javier Agüero, director del Departamento de Filosofía de la Universidad Católica del Maule, no cree que en Chile ocurra un nuevo “estallido social”, pese a que gran parte de las demandas que originaron el movimiento no han sido solucionadas.

Sobre el 18 de octubre, el académico señala que es una fecha para conmemorar y que todos lo hacen de alguna u otra forma.

“El punto es que nadie puede sacudirse octubre, nadie puede pensar a Chile o proyectar a un país sin considerar la fuerza transformadora brutal de octubre… fue la cristalización de un malestar y un hastío de la sociedad chilena históricamente abusada, excluida, desafiliada de los éxitos que se evidenciaban solo para unos pocos y que para el resto no eran más que promesas permanentes que nunca lograban materializarse”.

¿Qué le parece la comparación que se hace sobre el antes y después del 18 de octubre?

“La verdad es que me parecería al extremo injusto que se le culpe al 18 de octubre por un contexto que, en su mayor parte, está determinado por lo que atraviesa el mundo entero y también por el lastre que dejaron los gobiernos anteriores… A octubre hay que tratar de entenderlo en lo que le es propio, es decir como una potencia que redibujó la sociología de un país, tensionando al máximo el statu quo, evidenciando las injusticias que se arrastraban por siglos en Chile y que se habían enajenado en las décadas del auge del neoliberalismo, y que nos enrostró cómo la clase política no era más que una mera administradora de sus propios intereses…”.

¿Se ha avanzado en las demandas de la ciudadanía expuestas el 18/O?

“Las demandas de octubre… no han logrado ser representadas bajo ningún formato. Octubre fue el gatillador, la turbina que impulsó la urgencia de una transformación, pero la querella misma de octubre no ha tenido una traducción política real. Más aún, con el triunfo del Rechazo octubre pierde prestancia, presencia, retórica, y es más fácil para los sectores que lo denostan armar un ecosistema para superarlo, intentar olvidarlo, aunque esto sea imposible. Quizás lo que nos quede… es recuperar tanto como se pueda ese espíritu de octubre y mantener su memoria viva, también tanto como se pueda, en el entendido que, al menos para mí, octubre no fue otra cosa que el grito ahogado por décadas, sino siglos, de un país por mayor justicia social”.

¿Podría ocurrir un nuevo estallido u otra forma de expresión del malestar si no son atendidos estos temas?

“No lo creo. Los ‘estallidos sociales’ no son políticas públicas, enmiendas, o decisiones que se racionalizan en oficinas. Son fuerzas de la historia que se liberan y que irrumpen muy de vez en cuando, de manera acéfala por lo general y sin un relato estandarizado. Chile está en una fase, así como yo lo veo, de restauración de la tradición, es obvio. El momento ciudadano ya pasó, así lo indicó la misma ciudadanía el pasado 4 de septiembre. Pero, como te digo, los “estallidos” no se anuncian ni se ponen fecha, simplemente, estallan”.

NUEVA CONSTITUCIÓN

¿Cómo observa el proceso constitucional, post triunfo del Rechazo?

“Lo entiendo en dos niveles. El primero es que evidentemente se produjo, después del triunfo irrefutable del Rechazo, una flojera, un retiro de la épica que tiene que ver con una suerte de desilusión por haberse farreado la posibilidad de tener una Constitución, por primera vez, soberana con todo lo que esta palabra significa. Pasamos del perímetro soberano-inclusivo al político-hermético. Lo que se pensaba que podía ser construir un país sobre la base de una ciudadanía activada, politizada en el mejor sentido del término, se transformó de manera brutal en el triunfo de la política tradicional y todo vuelve a la órbita típica de la decisión cerrada, la vuelta a la ‘cocina’ si tú quieres.

Los culpables de todo esto no fue nadie más que todos/as los/as que no supimos leer el país en el que vivimos y que pensábamos que la refundación sería el nuevo ethos de la sociedad chilena. Nos equivocamos, Chile es un país gradualista y no refundacionalista. También con una no menor dosis de conservadurismo. No se supo ver y se perdió legítima y estruendosamente. Los errores groseros de la Convención, por cierto, que también pusieron más que un grano de arena en todo este desmadre.

El segundo nivel es el que indica que esta es la última oportunidad de tener una nueva Constitución, no como se soñó al principio, pero de tenerla, al fin y al cabo…”.