La siempre sacrificada “primera línea”

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Editorial

Cuando ya ha pasado más de año y medio de la declaración de la pandemia por el Coronavirus, la población de todo el mundo ha debido irse adaptando a un escenario humano y social muy diferente a lo que ocurría antes de la aparición de un virus de letales proyecciones y que se diseminó por todo el planeta en cosa de meses.

Así como sucedió en todos los países, los servicios sanitarios de Chile vieron cambiar en poco tiempo una rutina a la cual todos estábamos acostumbrados, con todo lo positivo y negativo que suele darse en el día a día.

Así estaban las cosas, cuando en los últimos meses de 2019 surge la crisis sanitaria y el cuadro que mostraban los diversos servicios asistenciales comienzan a alterarse y las demandas se concentraban, exponencialmente, en la atención de los contagiados por el Covid-19.

A partir de entonces, las postas, consultorios y hospitales tuvieron que modificar sus rutinas y ya no era posible mantener las prestaciones habituales como los exámenes periódicos y cotidianos a la población, debido a las estrictas medidas preventivas y ello exigió un trabajo altamente recargado y complejo a todos los segmentos de la salud, especialmente en la red sanitaria pública.

Fue por esos nerviosos días, semanas y meses, que comenzó a hablarse de la abnegada y sacrificada “primera línea” y de los extenuantes turnos de doctores, enfermeras (os); paramédicos (as); personal de servicios, etc., varios de los cuales se contagiaron lo que complicaba aún más la situación pues había que “cubrir” turnos extras.

Tanto en Chile como en el resto del mundo, solían verse gestos colectivos de gratitud hacia todo ese personal sanitario y la gente se asomaba a sus balcones y/o ventanas para aplaudir y agradecer la sacrificada labor de quienes conforman la red asistencial, entre los cuales hay muchos que ahora están abocados (as) en buena medida a la tarea de aplicar las vacunas correspondientes.

En las semanas y meses recientes esos gestos de plural agradecimiento parecen haber disminuido o relajado y ello no es justo, porque esa “primera línea” continúa trabajando arduamente en pos de rebajar los casos activos; aplanar la curva y así lograr la tan ansiada inmunidad colectiva.

Cuando eso se alcance tal vez ya podremos comenzar a hablar de “ver la luz al final del túnel”.