¿Hay una “migración” de delincuentes?

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No hace mucho tiempo, en este mismo espacio editorial -pero de una manera discreta y mesurada- hablábamos del menor grado de delincuencia que podía apreciarse en las provincias y comunas de nuestra Región del Maule, en comparación con la siempre compleja y sobrepoblada Región Metropolitana.
Incluso en las estadísticas de fines de noviembre y principios de diciembre se indicaba que las cifras asociadas a la delincuencia en el país iban a la baja. Según los números del Sistema Táctico de Operación Policial (Stop), los casos policiales de delitos violentos habían ido disminuyendo un 22%, en comparación con el año anterior. 
Sin embargo, los casos ocurridos en los últimos días mantienen en alerta a las autoridades y, para la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, la razón de estos violentos últimos eventos tienen, al menos, dos explicaciones: un deficiente control respecto de la Ley de Control de Armas y el aumento (especialmente en Santiago) de las quitadas de drogas entre las bandas de narcotraficantes, ante el cierre de fronteras durante la pandemia.
Ahora: si miramos este problema a través de nuestro prisma local y regional -que nos interesa directamente- podemos comprobar el aumento de diversos tipos de delitos; unos más violentos que otros y hasta no sería descartable una presumible y hasta lógica “migración” de delincuentes que pueden haberse “establecido” y comenzado a “operar” en las provincias de Curicó, Talca, Linares y Cauquenes.
Últimamente los hechos ilícitos han aumentado de manera notoria; especialmente los robos en numerosas viviendas y también los lanzazos a personas que se desplazan en los sectores urbanos.
Por otra parte, es triste y penoso tener que reconocer que la drogadicción en adolescentes y jóvenes, los lleva fácilmente a cometer toda suerte de delitos para “mantener” sus vicios e incluso, suelen unirse para actuar en grupos, no exentos de una creciente y alarmante violencia.
Así como van las cosas, el clima social está siendo cada vez más alterado y aumenta la sensación de inseguridad e impotencia, en ciudades que hasta hace poco tiempo podían preciarse de vivir en medio de una razonable tranquilidad.