Adiós a un verdadero personaje de La Prensa

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Salvador Orellana Herrera (Q.E.P.D.) fue parte de la familia de diario La Prensa por casi 55 años.

Salvador Orellana Herrera (Q.E.P.D.). Comenzó a trabajar en esta casa periodística en 1966, quien por un corto período se desempeñó en los talleres del diario y luego asumió la función de corrector.

Miles de anécdotas. Millones de historias del pasado. Miles y miles de chistes que a veces alegraban el letargo del trabajo. Innumerables encuentros en picadas de todo Curicó, donde la conversa era la excusa perfecta para disfrutar de un ponche helado y pichanga, como tanto le gustaban.

La partida de Salvador Orellana marca un capítulo, un antes y un después en la historia del diario La Prensa.

Desde joven, hacía ya varias décadas, trabajó en el matutino pasando por distintos roles. En los últimos años se dedicaba a la corrección de pruebas, lo que le valió muchas bromas de sus compañeros y varios retos cuando en la edición del día siguiente aparecía algún “pato”.

Entusiasta y pícaro, era experto en organizar encuentros del personal, especialmente asados o paseos, donde por unas horas se olvidaban las tensiones.

Durante toda su vida laboral mantuvo una directa relación con Carabineros, lo que le valió algunas distinciones y así también bromas, como que él había formado parte de la institución, cuando el personal usaba uniforme blanco, a lo que respondía riendo o con otra talla.

Dada esa relación, durante largo tiempo llegaba en las mañanas con el parte de novedades de la comisaría, algunos de cuyos datos servían para las crónicas del día.

“CAMIONCITO”

Inevitable es mencionar su apodo, que lo hizo famoso en todo Curicó, especialmente entre quienes guardaban alguna relación con La Prensa. Todos lo conocían como el “Camión”, apodo que se ganó por algunas de sus actitudes y sobre todo, por algunas de sus “pesadas” bromas, cosa que él se tomaba con muchísimo humor.

Diario La Prensa despide a uno de sus más emblemáticos personajes. Décadas formando parte de esta casa periodística, fue testigo de infinitos hechos noticiosos que pasaron a la historia del periodismo en Curicó y asimismo, vio pasar a varias generaciones de periodistas, especialmente los jóvenes de las últimas décadas, quienes lo recordarán como el primero que los recibió con un ponchecito helado en alguna picada curicana para empezar con ganas las prácticas de verano.

Salvador ingresó a trabajar en La Prensa en 1966, bajo la dirección de Óscar Ramírez Merino, donde comenzó realizando labores sencillas en los talleres del diario, para luego desempeñarse como corrector, labor que desempeñó hasta mediados del año pasado, cuando las restricciones de la pandemia lo obligaron a mantenerse en casa.

Adiós, Salvador. Gracias por la alegría.