A 40 años del inolvidable Rangers 1983

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Hugo Solís, Juan Ubilla, Juan Hernández, Santiago Oñate, Atilio Herrera y Antonio Muñoz. Agachados Luis González, José Acevedo, Rubens Nicola, (Cristián Sotomayor), Pablo Prieto y Mario Espinoza.

Voces. La historia no se escribe sin recordar el pasado por ello, es válido recordar a quienes en su momento entregaron enormes alegrías a una ciudad que sigue, de manera incondicional, a su equipo que hoy lucha por recobrar un espacio entre los grandes.

TALCA. La temporada de 1982 no terminaba de la mejor forma para Rangers, el descenso estaba sentenciado producto de una magra campaña. Nada se podía hacer. Como tantas veces, había que luchar nuevamente por llevar a Rangers a la división de oro del fútbol chileno.
Sin embargo, una decisión del entonces presidente de la Asociación de Fútbol Profesional Rolando Molina, determina que Rangers, por ser una de las mejores plazas del fútbol chileno, por decreto se mantendría en Primera División.
Si ello, fue una sorpresa, por cierto, muy bien recibida entre los hinchas del rojinegro, lo que vendría posteriormente no dejaba de extrañar y sorprender.
Había que responder a esa señal de confianza pocas veces vista. Un grupo de connotados empresarios talquinos liderados por Javier Fernández Rodríguez, comienza la tarea de configurar un plantel competitivo y que permitiera a Rangers no pasar zozobras y ser un digno competidor en la serie alta del fútbol chileno.
Lo primero era la contratación del técnico. Llega el talquino Orlando Aravena quien inicia la desafiante tarea de armar el plantel.
La sorpresa otras veces era grande y no exenta de dudas, comenzaban a llegar jugadores que para el mundo futbolístico estaban acabados y por ende las dudas sobre su desempeño en Rangers, merecían reparos e incertezas. Eran los “picados” que venían por una revancha luego de no tener campañas exitosas en sus anteriores clubes.
Era cosa de tiempo para que ese equipo se encantara de tal manera con Talca, que, transcurridos 40 años, sigue prendido en la memoria del hincha que lo llaman el “equipo del pueblo”, por cuanto representaba lo que amantes de la tricota rojinegra sentían y querían.
Para otros considerado como el mejor equipo de todos los tiempos, con la salvedad del Rangers 69 que disputó la Copa Libertadores de América y del 2002 que fue subcampeón del torneo de apertura, fue capaz de lograr una identificación única e inigualable con el hincha, era el equipo que llenaba estadios y que no tenía problemas para ganar a los grandes Colo Colo, Universidad de Chile, Universidad Católica y tantos otros que fueron las víctimas de una calidad futbolística única que derribó mitos y fronteras y que sembró alegrías- hoy nostalgias- por toda la ciudad y el país futbolizado.
A 40 años dos de sus protagonistas compartieron con diario La Prensa, las emociones de ser parte de un equipo histórico y memorable que ha trascendido, con legítimo derecho, las fronteras del tiempo que muchas veces suelen ser ingratas.

EL GRAN CAPITÁN
“En lo personal el equipo del 83 me llenó de satisfacción. Llegaron jugadores con muchas trayectoria y oficio. Y me confieren a mi ser el capitán, teniendo solo 23 años. Por cierto, eso me llenó de orgullo y de un compromiso emocional muy grande ya que mis hermanos jugaron en Rangers y mi padre ascendió en el año 1952. Por tanto, vi al Rangers desde niño”, señala Pablo Prieto el recordado capitán del 1983.
Sobre el porqué ese equipo tuvo una identificación única con el hincha, Prieto sabe “No solo nos dedicamos a jugar, fuimos un grupo de jugadores muy humildes que realizamos actividades sociales en todo ámbito, nos identificamos con los hinchas, con los sindicatos, con las barras, nosotros como jugadores captábamos socios. Si bien no logramos títulos, marcamos una diferencia con entrega, amor por la camiseta y por ello se nos recuerda”.

EL “CHAGO” OÑATE
Venía de jugar en Universidad Católica y respondió al llamado de Orlando Aravena, para venir por la temporada y se quedó para siempre en Talca.
“Los que llegamos de afuera tuvimos la capacidad de impregnarnos del sentimiento rojinegro. Fue amor a primera vista. Orlando Aravena, tuvo la sabiduría de armar un equipo maduro pero vigente. No ganamos nada, pero si logramos el amor y cariño del hincha”, señala el recordado Santiago Oñate.
La historia no se escribe sin recordar el pasado por ello, es válido recordar a quienes en su momento entregaron enormes alegrías a una ciudad que sigue, de manera incondicional, a su equipo que hoy lucha por recobrar un espacio entre los grandes, privilegio que se ha visto postergado por una década. En su momento era el equipo ascensor, bajaba y subía en gloría y majestad. Eso es parte del grato recuerdo.