Acerca de la urgente necesidad de restauración de La Pila

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Una de las premisas de la curicanidad cuenta que nuestra plaza es la más bella de Chile. Ella tiene un objeto patrimonial que en su llegada fue denominado como La Pila. Puesta en aquellos años en el centro de lo que hoy podríamos imaginar como un sitio eriazo, se convertiría en una palanca de adelanto que contagiaría su entorno y, quizá, la personalidad de los curicanos y curicanas que veían las Tres Gracias en aquel lejano 1862.

Desde sus inicios, la idea motivó a la comunidad, logrando en plazo de días el aporte de más de 50 curicanas y curicanos, que contribuyeron a lograr primero la compra y luego la llegada del agua hasta ese punto. Sí, en un inicio el asunto era lograr un objetivo operativo, no estético. Sí, con aportes iniciales del propio vecindario en la medida de las posibilidades de cada suscriptor.

Quizá, de tanto pasar al lado de ella y ahora por el encierro de pandemia, hemos perdido la noción de su existencia y temporalidad. Posiblemente, llegó en un carro tirado por caballos, cuando aún no teníamos tren (1866) y menos automóviles (1910). Llega antes que el kiosko cívico (1905), de Tortas Montero (1870), del Club de la Unión (1884), del Cuerpo de Bomberos (1888), de la Zapatería El Negro (1897), de las palmeras (1910), del mismo diario La Prensa (1898) o de la Radio Condell (1933).

De hecho llega 100 años antes que las estatuas que hoy la acompañan. Posiblemente sea el objeto patrimonial público más antiguo de la ciudad y si no, estaría peleando el primer lugar.

SOBREVIVIENDO

Esos 159 años no han pasado en vano. Sobreviviendo a múltiples terremotos -incluido el de 2010- su estado actual es altamente preocupante. Fuera de su eje, el flujo de agua emana en mayor medida en una sola cara, mientras la otra se erosiona y oxida. Poco ayudan las plantas a evitar la humedad de su base, tan valiosa en el conjunto como las Tres Gracias o el émulo del contenedor del corazón de aquel rey francés, de la obra original. Es de esperar que el óxido no haya logrado traspasar al interior de alguna de las partes del conjunto.

160 AÑOS

Ad portas de los 160 años de La Pila, llegamos al punto donde el problema no se soluciona con “una manito” de pintura. Ejemplares similares en forma y temporalidad que hemos podido identificar en Santiago, Lima o Barcelona, ya fueron restaurados. No queda claro por qué no se incluyó la restauración de La Pila en la remodelación que tuvo la plaza post terremoto.

Hoy, luego del óxido y la ducha que la corona (…) la futura restauración posiblemente requiera hasta reconstruir algunas zonas que a simple vista aparecen desfiguradas. No necesitamos riesgos ni amateurismo en esta ocasión: es (re)conocida en el rubro la fundición artística que realizó la recuperación de varias obras en Talca, afectadas luego de su caída en 2010 y que también restauró las versiones santiaguinas de la misma Pila. Sugerimos intensamente optar por quienes cuentan con la experiencia de haber revivido obras de Rebeca Matte, Lili Garafulic, Mario Irarrázabal, Tótila Albert -entre varios otros- y no por el proveedor más barato o rápido que arroje Mercado Público.

PATRIMONIO CURICANO

Cada Día del Patrimonio terminamos con una sensación amarga, por todo aquello que ya no está y que quizá podríamos haber salvado en su momento. La recuperación del Santuario del Carmen -como vimos en un reportaje este fin de semana- da una pequeña esperanza para la serie de edificios e iglesias pendientes.

Hoy, en el caso de La Pila, aún estamos a tiempo. No solo de hacer una restauración puramente, sino de valorar el esfuerzo que curicanas y curicanos del pasado realizaron por su ciudad, un esfuerzo que pese a la adversidad logró llegar a nuestros días.3