Recientemente se conmemoró el Día Mundial Contra el Cáncer, por lo que es importante destacar una de las herramientas en esta lucha, que muchas veces es pasada por alto, y no requiere de mucho sacrificio: dormir bien. De acuerdo a varios estudios médicos, descansar de manera correcta y las horas necesarias no solo ayuda a prevenir enfermedades oncológicas, sino también a la efectividad del tratamiento de ellas.
Si bien el cáncer es una enfermedad con múltiples causas, se ha visto que la falta de sueño puede incrementar los riesgos de padecerlo. Una investigación realizada por la Universidad de Islandia, evidenció que los hombres menores de 65 años que tienen problemas para conciliar el sueño o duermen menos de cinco horas diarias, son 55% más propensos a desarrollar algún tipo de cáncer. Así mismo, expertos han estudiado la prevalencia del cáncer de mama en mujeres en relación a dormir mal.
“En el dormir, el sistema inmunológico y el funcionamiento de las células mejoran, se regula la producción de hormonas, el metabolismo y el peso corporal. Si estos procesos se ven interrumpidos por dificultades para descansar o para conciliar el sueño, indudablemente el cuerpo no va a estar en óptimas condiciones para luchar contra una enfermedad, como podría ser el cáncer”, explicó el Dr. Ignacio Gutiérrez, neurólogo de Clínica Somno.
Cuando una persona duerme el cuerpo desarrolla procesos regenerativos de todos sus sistemas, incluyendo el inmunológico, además de elaborar hormonas para su correcto funcionamiento. De estas últimas, la melatonina y el cortisol son de suma importancia para la prevención del cáncer. La primera tiene propiedades antioxidantes que ayudan a prevenir el daño celular y la segunda regula la actividad del sistema inmune, incluyendo la liberación de células exterminadoras de cáncer que lo combaten.
“La alteración en el ritmo circadiano, que se regula por el ciclo luz-oscuridad, puede potenciar el desarrollo del cáncer. Esto, porque las señales circadianas están involucradas en el crecimiento de las células y su desajuste puede generar mutaciones y daños en el ADN. Además, sus funciones están involucradas tanto en la producción y metabolismo de hormonas, como en el sistema inmunológico”, agregó el especialista.