Hoy sábado 3 de mayo se realizará el encuentro que corresponde al 2025. El entusiasmo ha ido aumentando año tras año y se han ido uniendo los hijos y demás descendientes.
CURICÓ. El sábado 15 de abril del 2023 se materializó la primera “junta” de los Primos Rojas y que tuvo lugar en el mejor escenario posible como es la costa curicana.
Los Primos Rojas son descendientes directos del matrimonio formado por Ramón Rojas y Margarita Correa, originarios del sector denominado La Patagüilla que se ubica al oriente de Pichibudi y muy cercano a Duao, en Iloca.
El segundo encuentro de este cohesionado núcleo familiar fue el sábado 13 de abril de 2024 y hoy sábado 3 de mayo se realizará el tercer encuentro correspondiente al presente 2025.
El entusiasmo ha ido aumentando año tras año y se han ido uniendo los hijos y demás descendientes de los Primos Rojas.
Pero es necesario hacer un poco de historia sobre el origen de este tipo de experiencia humana y social que no suele darse muy frecuentemente.
Comencemos diciendo que los seis hermanos Rojas Correa, llegaron a las salitreras del Norte Grande en la época de oro -en la década de los años 1920 a 1940- cuando se reconocía al salitre natural, único en el mundo, como el “Oro Blanco” y que, especialmente en los jóvenes, despertaba gran curiosidad e interés, tal como la “Fiebre del Oro” la despertaba en California (Estados Unidos).
Fue así fue como, alrededor de 1921, llegó primero a esa zona nortina, José de las Mercedes Rojas Correa, con apenas 18 años.
Una vez inserto en el extenuante trabajo de las calicheras, empezaron a llegar sus hermanos Efraín, Florindo, José Luis y Amador, con edades de entre 17 y 18 años y Misael Andrés, el menor de todos, con apenas 16 adolescentes años.
Todos ellos fueron marcados, de una u otra manera, por el duro trabajo en las oficinas salitreras del Norte Grande.
Las hermanas Rojas Correa: Lucinda, Uberlinda y Sofía, fueron las que, además de acompañar a sus padres, les correspondió aportar con el trabajo de la casa y ocuparse de las cosechas de los productos necesarios para la sobrevivencia.
Pasaron los años y -como es sabido- la “Fiebre del Oro Blanco” llegó a su fin, (a fines de la década de 1930) con la aparición de los fertilizantes sintéticos.
Sin embargo, los recuerdos de esa época próspera, aunque muy sacrificada, quedaron marcados profundamente en la memoria de miles de extrabajadores y muy especialmente en los Rojas Correa, de tal modo que sus descendientes decidieron reunirse cada año para recordarlos y rendirles un sincero y sentido homenaje.