Martes, Abril 1, 2025
spot_img
HomeDestacados“Cuando estudié danza, maté a mi familia”

“Cuando estudié danza, maté a mi familia”

-

A sus 18 años, Matías decidió seguir su instinto y unirse a un taller de danza, sin saber que sería el primer paso hacia una vida llena de expresión y autodescubrimiento.

Por Antonia Núñez Aceituno

CURICÓ. A pesar de la presión familiar y su propia aceptación, Matías Chamorro, descubrió que la danza no solo era su vocación, sino que también una herramienta para conocerse a sí mismo y a quienes lo rodeaban, libre de los tapujos impuestos por la sociedad.

El actualmente bailarín, intérprete de danza y fundador de la Compañía de Danza Intuitiva de Curicó, conversó con diario La Prensa y nos contó parte de su historia.

¿A qué edad comenzaste a bailar?

“De manera consciente empecé tarde, a los 18 años. Los primeros años de media participé en distintas actividades para descubrir cuál era mi vocación, estuve en ferias científicas, debates, el centro de alumnos, teatro, etc. Pero no me interesé en bailar porque pensaba ‘la danza es para mujeres’. Y en cuarto medio, después de ser la mascota de mi alianza y ver las reacciones del público, alegres y alborotados, me acerqué a la profe del taller de danza y me uní a las clases el último semestre”.

¿En qué momento decidiste estudiar danza?

“Eso también se dio tarde. Lo decidí las primeras semanas que estuve cursando Ingeniería Civil Industrial en la Universidad de Chile. Siempre había sido el alumno mateo, que cumplía con todo y hacía todo bien, pero esa vez nada me interesaba. En clases, mi cabeza estaba en otra parte y empecé a mostrar signos de depresión.

El verano antes de entrar a la U, había asistido a la academia MBA Danza, de mi profe del colegio, todos los días. Ella me dejó ir gratis y en mi licenciatura, me había recomendado estudiar danza, pero yo me había negado. Sinceramente, para mí era una actividad extra solamente. Pero en ingeniería me di cuenta de que las sensaciones que me producía bailar, nada más me lo generaba. Así que postulé al año siguiente, en secreto”.

¿En secreto?, ¿cuánto tiempo estuviste en ingeniería y cómo reaccionaron tus padres?

“Si, y mal (risas). Me salí de la carrera a los dos meses y esas últimas semanas estuve yendo a un preu de danza en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Ellos me dejaron asistir gratis, tres días a la semana. Pero mis papás no querían pagar el arriendo para que hiciera eso, además iba a perder la gratuidad saliéndome de ingeniería. Mi mamá me decía que estudiara medicina, los dos me decían que era imposible que estudiara danza porque no lo había hecho desde chico, cosas así. Me sentí súper solo”.

¿Qué hiciste el resto de ese año? ¿Tus papás finalmente te apoyaron?

“El resto del año volví a la academia MBA en Curicó y ahorré plata para volver a Santiago. Postulé a medicina y quedé. Pero durante ese proceso, fui a una audición para estudiar danza en la UAHC y también quedé. A esas alturas, mi papá había cedido, pero mi madre no. Yo tengo la Enfermedad de Crohn, una condición intestinal inflamatoria crónica que no permite hacer mucha actividad física y además estuve muy grave cuando chico, así que mi papá opinaba que yo hiciera lo que yo quisiera, porque estaba viviendo por gracia prácticamente”.

¿Esa enfermedad te afectó alguna vez mientras bailabas?

“No, y en esa misma línea mi mamá terminó apoyándome. Yo ya estaba estudiando danza y costeándome todo, arriendo, comida y la mensualidad de la U. Tuve que viajar a Curicó para un control médico, al que me acompañó mi mamá. Y ahí, mi doctora le dijo que mi caso tenía más que ver con el sistema inmunológico y nervioso, que con el esfuerzo físico. Le dijo ‘dejé que Matías haga lo que quiera, mejor que haga algo que aporte sentido a su vida, porque si estudia otra cosa, ¿qué pasa si se estresa y muere?, ¿quiere que su hijo vuelva en un ataúd porque no tuvo el valor de volver a decirle a ustedes que no lo estaba pasando bien y que estudiaba para complacerlos?’. Mi mamá quedó ‘plop’. Con eso reaccionó”.

Aunque finalmente te hayan apoyado, ¿cómo fue para ti ir en contra de los deseos de tu familia?

“Fue algo terrible y valiente. De verdad me sentí solo, porque uno espera que su familia lo apoye siempre, pero entiendo que no haya sido fácil. Lo que me dio fuerzas, por así decirlo, fue ser consciente de que cuando bailaba sentía y expresaba más cosas que a través de las palabras. Siempre había sido alguien muy racional y con la danza me dejaba llevar. Los ensayos me emocionaban, a veces lloraba en las pruebas. Sentía mucho y mis profesores también me lo hicieron saber. Hay algo que tratan en psicología, que dice que cuando tú vas en contra de tus padres, persiguiendo lo que anhelas, los matas. Y yo realmente siento que estudiar danza, fue matar a mi familia. Pero también fue permitir que naciera un nuevo yo”.

¿Cómo nació esa nueva persona?, ¿Qué cambió la danza en ti?

“Bueno, hay un Mati antes de estudiar danza y uno después, debido a varias cosas. Pero principalmente, al bullying que sufrí cuando chico a mi identidad. En el colegio me molestaban mucho por expresarme de ciertas maneras y por gesticular con las manos. Me juzgaban y decían que era gay. Y yo crecí yendo a la iglesia evangélica, entonces no lo tenía contemplado tampoco. Me hacía mucho ruido que me tacharan de algo. Me molestaba que la sociedad me impusiera cosas cuando aún no experimentaba ni me inclinaba hacia algo. Eso hizo que tuviera cierta incomodidad hacia algunas personas, ciertos tratos y al contacto físico. Cosas que, en danza, debes tener sí o sí. Contacto con tus compañeros, con su sudor. Sin embargo, yo no juzgué, porque sabía lo que se sentía. Así que desde mi incomodidad me preguntaba ‘¿por qué siento esto?’ y eso me permitió conocer mucho mejor a las personas y a mí mismo”.

¿Qué es la danza para ti?

“Muchas cosas, pero más que todo quizás es cuestionamiento. Desde que me involucré en esta disciplina siempre me cuestiono todo, ‘¿por qué ensayamos?’, ‘¿cuál es la finalidad de esto?’, ‘¿qué estoy sintiendo?’. Retomando un poco lo que dije anteriormente, la danza está llena de prejuicios de quienes no la practican, sobre todo sexuales. Y yo, en la práctica, aprendí que hay que abrirse a la vulnerabilidad. Creo que esta disciplina me brindó herramientas para entender la sociedad de otra manera y disponer mi cuerpo de tal forma que me hizo expandir las normas socialmente impuestas”.

¿Qué consejo le darías a quienes dudan entre escoger una ruta tradicional o una vía artística?

“Yo creo que tienen que seguir nomás, empujar los prejuicios. Cuando uno siente ese hormigueo hay que seguirlo porque no sé si se vuelve a experimentar dos veces. Es como una señal, te hace sentir más vivo. Es algo que te está avisando algo, entonces, ¿qué mejor que escucharlo? Sé que en la práctica es difícil, pero vale la pena hacerle caso a ese sentido. No hay que cerrarse a experimentar. Ahora, también pueden dedicarse a dos cosas a la vez, estudiar algo tradicional, pero seguir alimentando la llama creativa, no dejarla morir”.

- Advertisment -spot_img

Posesiones Efectivas

spot_img

Bienes Nacionales

spot_img

Nuestras Redes

17,763FansLike
4,387FollowersFollow
20,412FollowersFollow

Debes Leer

Carabineros invita a Caminata Canina Solidaria

0
Programada para este domingo. El punto de partida está dispuesto en el frontis de la tercera Comisaría de Carabineros de Talca, a las 9:30...