Lilian Muñoz conversó con diario La Prensa y contó cómo es la vida sobre ruedas.
Por Antonia Núñez Aceituno
CURICÓ. Fue mochilera durante su juventud y actualmente ha visitado un gran número de países en su casa rodante. Lilian Muñoz, nació en Vichuquén y se mudó a Curicó a los 10 años. Empezó a trabajar a los 15, se enamoró y como pasatiempo, acampó con su exesposo durante más de dos décadas y empezó su vida solitaria tiempo después, cuando sus hijas se fueron de casa. “Después de que mis hijas tomaran su propio camino, me quedé sola y eso me hizo replantearme cómo quería seguir viviendo. Decidí que quería aventura. Me encanta manejar y salir, así que me entusiasmó tener una casa rodante que me permitiera estar más cómoda”, comentó Muñoz.
VIDA SOBRE RUEDAS
Lilian, dice que vivir como una persona “rodante” es una maravilla, y que lo más difícil para ella ha sido estacionarse y meterse a los campings, que a veces tienen espacios muy reducido. “En la ciudad pasa lo mismo, pero ocurre más en áreas naturales. Recuerdo cuando subí la cuesta de caracol en los Andes (cordillera) a las 2:00 horas aproximadamente, fue un desafío, bajarlo también. Quedar en pana también es una historia, yo no sé de mecánica, pero estoy en un grupo de rodanteros y me llega la ayuda. Entre rodantes nos ayudamos. Soy arriesgada, pero tomo mis precauciones”, señaló.
En su día a día, la viajera siempre lleva lo básico. En su casa rodante tiene un stock de ropa, cosas básicas de cocina y su bolso hecho, en caso de salir sola o ser invitada a algún lugar. Cuando vuelve a Curicó, su rutina consta en lavar las sábanas y a la par, ir llenando su bolso con sus imprescindibles. “Soy súper desapegada de las cosas materiales, salgo y me olvido de mi casa. Lo único que siempre que puedo, llevo conmigo, es mi almohada de plumas, que es mi cábala. Pero nada más, y mi hogar es donde estoy en el momento presente, ya sea la casa rodante o mi casa en Curicó”, expresó Muñoz.
Ya de vuelta a la carretera, una de las anécdotas que la han sorprendido, fue en un viaje cruzando el Paraná. “Estaba en una barcaza, me tocó salir de las últimas y había un grupo de unos 20 o 30 motoqueros. Y al bajar en mi camioneta, llevando mi rodante atrás, ellos se dieron cuenta de que era una mujer la que iba conduciendo, eso les llamó la atención y empezaron a aplaudir. Fue entretenido, escuché muy lindas palabras. A la gente le llama la atención ver a una mujer manejando y llevando un carro sola”, contó la curicana.
ESTILO DE VIDA
Lilian ha recorrido casi todos los continentes, a veces acompañada de sus amigas, familiares o con personas de la Tercera Edad, pero en su mayoría, sola. Acostumbrada a recorrer nuevas rutas, cuando está en su domicilio, Lilian manifiesta sentirse ahogada. Aunque, después de conocer otras culturas, el lugar más especial en su corazón, lo sigue ocupando nuestro país.
“Al salir, uno ve lugares con costumbres, paisajes y alimentaciones diferentes, pero cuando vuelvo, siempre pienso que Chile no tiene nada que envidiarle a los demás países, al menos de Sudamérica. En cuanto a bellezas naturales, le pega diez patadas a todos los otros países que conozco”, expresó la entrevistada.
Pero sus salidas, no siempre son al extranjero, ya que Lilian dice que “soy súper patiperra. Yo salgo y entro, no soporto estar encerrada, así que también voy mucho a la playa, pinto al óleo, llevo mi atril y bastidores. También llevo mis palillos para tejer a crochet o un libro. Hay tantas cosas para no aburrirse, lo importante es salir”.
A su vez, cuando está dentro del territorio nacional, forma parte de un grupo solidario que lleva 25 años ayudando a la comunidad, donde es “intermediaria entre el que tiene y el que no”. Por otro lado, de manera particular, tiene redes en comunas a las que manda ayuda a algunos colegios y a personas en situación de calle, sobre todo en época de invierno.
CONSEJO
Para aquellos que estén interesados en vivir como ella, Muñoz dice que “como consejo, lo primero es ahorrar, porque las casas rodantes no son baratas, pero vale la pena la inversión. Yo trabajé toda la vida y ahora estoy disfrutando esto que sembramos con mi exmarido, a base de puro esfuerzo. Podría decirle a la gente que se atreva a optar por otro estilo de vida, que dejen sus miedos de lado. Están muy acostumbrados a vivir en su zona de confort, encerrados sintiendo achaques y dolores, sintiéndose más viejos de lo que son. Este sistema renueva, inspira, anima, quita los dolores, secreta endorfina, es tan beneficioso sentir el segundo aliento de juventud y esto te lo da. El estar siempre en lugares distintos, con personas distintas, aporta experiencias. Uno tiene que tratar de ser lo más feliz que pueda y permita la edad. Hay que ser mujeres valientes”. “Yo ya cumplí mi rol de madre, ahora soy aventurera y como siempre digo, la muerte nunca me va a pillar, porque nunca estoy en el mismo lugar”, concluye.