Iberia vs Curicó Unido. Uno de los episodios de violencia más impactantes generado por un partido de fútbol tuvo como protagonista a cerca de mil hinchas curicanos, quienes seguramente hasta hoy, tienen marcado este hecho como un magro recuerdo por la violencia inusitada de los angelinos.
CURICÓ. Muchos actuales hinchas de Curicó Unido allí estuvieron. Han pasado 18 años y en la memoria pareciera que fuese ayer. 20 de noviembre de 2005 y en el marco de la liguilla final de la Tercera División, el Curi visitaba a Deportes Iberia en el estadio Municipal de Los Ángeles. Ambos equipos ya habían jugado a mediados de aquel año en la fase inicial del torneo y los barristas curicanos tras el partido en Los Ángeles debieron bajarse del bus y caminar junto a las máquinas defendiendo a los curicanos de cobardes agresiones a distancia. Eso sucedía en el mes de mayo, mes donde nadie imaginaba lo que pasaría el posterior 20 de noviembre, uno de los días donde el fútbol chileno vivió uno de sus capítulos más amargos producto de los incidentes entre dos hinchadas.
DE LA FIESTA AL INFIERNO
En una temporada donde los curicanos se transformaban en favoritos para ascender, arrancaba la liguilla final y el Curi tomaba rápidamente el liderazgo. El 20 de noviembre, temprano en Curicó, una larga caravana de micros, minibuses y buses partían con bandera al viento en viaje con destino a Los Ángeles, sin saber lo que vendría. Los barristas curicanos hicieron la parada familiar en el Salto del Laja, para almorzar y teñir de albirrojo aquel centro turístico nacional. Luego la caravana continuó hasta llegar a Los Ángeles, la veintena de micros, mini buses y buses quedaron en su mayoría al interior del estadio, esperando el inicio de un partido que minutos después sería suspendido. Fiesta total, papel picado al viento, bandera curicana gigante en la tribuna surponiente y aplausos brutales de los casi mil curicanos cuando el equipo del “Tata” Cortázar saltó al campo de juego. Gol de Rodrigo Sáez para el Curi y tantos de Miguel Santana y Gilberto Tobar para Iberia. El árbitro del partido Raúl Sepúlveda, suspendió el encuentro al minuto 70 por agresión de la hinchada local y botellazo en la cabeza contra el árbitro asistente Raúl Barros, quien debió abandonar en camilla. Desde entonces el clima se tornó turbulento y oscuro. Los hinchas de un lado y otro del estadio buscaban robar lienzos, carabineros comenzaba a verse sobrepasado y el inicio de las pedradas en las afueras del recinto fue el inicio de la hecatombe con los buses curicanos aún en el interior del estadio.
SALIR Y AGUANTAR
Oscurecía en Los Ángeles, el empresario dueño de Iberia, Carlos Heller, estaba impávido en tribuna, los medios locales llamaban a “defender la ciudad” y en las afueras ya era una guerra campal. Histeria colectiva de niños, mujeres, jóvenes e hinchas curicanos de la Tercera Edad encerrados en el estadio y sin una segura protección policial para abandonar el recinto. Hasta que los curicanos decidieron salir. Un par de cuadras afuera los barristas albirrojos custodiaban a cada micro y bus que salía, sin embargo, esa protección finalizaba y en cuadras y cuadras, cada bus con hinchas y familias en su interior quedaba a merced de los cientos y cientos de piedrazos, hachazos e incluso balazos que se registraron. Los minutos de terror quedaron inmortalizados en las mentes de cientos de curicanos que sufrieron esta barbarie. Casi un centenar de personas debieron ser asistidas en el hospital local y toda la caravana de buses que partía con alegría y emoción familiar de ver al Curi, regresaba a la ciudad con sus vidrios rotos y un frío envolvente inolvidable para cada uno de los pasajeros. Al salir a la carretera y ante la nula protección de las fuerzas de orden, los curicanos se tomaron la Ruta 5 para constatar daños y reclamar por el magro operativo de seguridad. Quienes fueron testigos de este lamentable episodio, podrán corroborar que ha sido uno de los más lamentables hechos de violencia registrados en torno al fútbol chileno.