Fue rector del ISM. Estuvo entre 1981 y 1983. Hoy volvió a este colegio y está dedicado principalmente a dirigir la oración matinal en los cursos del establecimiento educacional marista.
Por Juan Pablo Jiménez
CURICÓ. Es muy amable. Sonríe y estrecha la mano cuando nos encontramos en el patio atrapados por un frío paralizante. “Las mascarillas me empañan los lentes”, confiesa a propósito de la vuelta de estas en los colegios.
El hermano Pablo Martínez, exrector del Instituto San Martín de Curicó en los años 1981, 1982 y 1983, está de vuelta desde marzo pasado. Afirma que ha sido “muy bonito” volver y que guarda “gratos recuerdos de Curicó”, en el período que le correspondió dirigir.
Cuando asumió como director, era la primera vez que ocupaba ese cargo, lo que significó para él todo un desafío. “Hubo que empezar a programar, conocer gente, a los profesores. Fue todo un desafío”, señala y agrega que a pesar de los buenos momentos vividos, le pidió al provincial de ese momento que nunca más le dieran ese puesto, que lo suyo como hermano de la congregación iba por otro camino.
ORACIÓN MATINAL
Pablo nació hace 87 años en Secos de Porma, una localidad española perteneciente a la provincia de León, ubicada a 22 kilómetros de esta última ciudad. “Secos de Porma es un pueblecito chiquito, donde actualmente viven no más de 30 habitantes. El año pasado estuve allí visitando a mi hermano y a mi hermana”, nos cuenta el hermano marista. Todas las mañanas el religioso camina desde la casa donde habita en Curicó hasta el colegio. Una vez llegando, se da el tiempo de saludar a todos, deseándoles un buen comienzo del día. Su tarea es específica: acompaña a las y los alumnos, de pre kinder a cuarto medio, en la oración matinal, algo que se ha tomado con pasión y plena responsabilidad. “Ha sido una experiencia bonita volver. Cuando comencé, le dije al rector: Si en algo crees que puedo servir, me lo dices y si no, tranquilito, no hay problema”, nos cuenta sonriendo.
“¡ME SENTÍA FELIZ!”
Lleva 66 años en la Congregación Marista. Ha estado en Perú y Bolivia y 66 años en nuestro país, donde comenzó en 1957. En Chile ha estado en Alto Hospicio, Rancagua, Santiago, Los Andes y en el colegio “Rafael Ariztía” de Quillota, su primer establecimiento, donde estuvo cinco años. Allí trabajó con 64 niños de 1º y 2º preparatoria. “Después de tres años, le dije al provincial que me dejara toda la vida con esos niños, porque enseñándoles a leer, ¡yo me sentía feliz!”, recuerda el hermano Pablo.
El religioso realizaba clases de francés, para lo cual estudió en Italia, compartiendo aula con alumnos libaneses, italianos, alemanes, entre otras nacionalidades.
Llegando a Chile debió revalidar dichos estudios en el Pedagógico, “lo hice en cuatro veranos. Tuve que sacrificar mis vacaciones para lograr el título acá”, recuerda el hermano Pablo, concluyendo este encuentro, antes de retomar sus actividades dentro del colegio en una friísima mañana de miércoles.