1986, 2008 y ahora el 2023. Esta semana el reconocido geógrafo, Marcelo Lagos, se trasladó precisamente hasta la zona costera de la provincia de Curicó, comprobando in situ el daño que generó el nuevo desborde del río Mataquito. La principal observación sobre la mesa está respecto a lo que ocurrió con la infraestructura crítica.
LICANTÉN. Ahora que ya arribó el mes de julio, en redes sociales abundan memes ligados a la figura de un famoso cantante de origen español. “Tropecé de nuevo y con la misma piedra”, dice el coro de una de sus canciones más famosas, la cual quizás, en pocas palabras, grafica lo que por desgracia ocurrió hace tan solo algunos días atrás en Licantén: en 37 años, dicha localidad, ubicada en la zona costera de la provincia de Curicó, ya ha sufrido al menos tres importantes inundaciones, tras la crecida del río Mataquito.
FRÁGIL MEMORIA
A fin de realizar un reportaje para TVN, durante esta semana, el reconocido geógrafo de la Universidad Católica, Marcelo Lagos, se trasladó precisamente hasta Licantén, constatando in situ la magnitud del flujo de agua que desde el río Mataquito ingresó hacia el citado asentamiento humano (afectando a gran parte de la zona urbana, entre otros puntos), con el consiguiente daño que aquello generó, y también comprobando esa “frágil memoria” que lamentablemente nos sigue afectando como país frente a situaciones de tal tipo. “Los hechos acontecidos en Licantén, nos revelan ese camino gigante que todavía nos queda por recorrer en normativa, en planificación urbana y comprender que los procesos de la naturaleza son recurrentes y que, si han ocurrido en alguna oportunidad, volverán nuevamente a manifestarse”, dijo.
DISRUPCIÓN
En la memoria reciente de quienes residen en Licantén, hay al menos tres inundaciones de importancia: hablamos de los años 1986, 2008 y la del 2023 en curso. Por desgracia, a pesar de tal experiencia y de los estudios que en los últimos años se han llevado a cabo en la zona, por estos días los más de seis mil habitantes de Licantén nuevamente están buscando ponerse de pie, a fin de continuar y salir adelante con sus vidas, tarea para nada sencilla, sobre todo considerando la gran disrupción que implica un hecho de tales características para sus actividades cotidianas.
SOLO BUENAS INTENCIONES
La principal observación sobre la mesa está respecto a lo que ocurrió con la infraestructura crítica, la cual recalcó Lagos “no puede colapsar al momento de un desastre y debe seguir operando en bien de la comunidad”. Por desgracia, las licanteninas y los licanteninos se quedaron, por ejemplo, sin su hospital, sin la comisaría de Carabineros, sin el recinto que alberga a la Fiscalía y un largo etc., todas estructuras ubicadas en zonas inundables. Tras las anteriores emergencias (es decir, 1986 y 2008), surgieron de manera más que lógica y espontánea las voces que ya hablaban de la necesidad, por ejemplo, de trasladar el hospital a otro punto. Pero, en definitiva, los años pasaron y simplemente la historia se volvió al repetir, llevándose también las correspondientes promesas y buenas intenciones de generar una planificación urbana más acorde a las experiencias ya vividas.
NUEVOS COMPROMISOS
Los compromisos ahora surgen desde el actual Gobierno: de visita en la zona, el propio Presidente Gabriel Boric señaló que ya está en marcha el proyecto que permitirá la construcción de un nuevo hospital para Licantén, pero en otro terreno, libre del peligro de una inundación por el río. “Lamentablemente esa es una realidad que caracteriza a gran parte de los territorios y asentamientos humanos de nuestro país y es una tarea urgente y pendiente que tiene tanto el Ministerio de Vivienda y Urbanismo como los municipios y todo lo que es la planificación urbana y territorial de nuestro país”, concluyó Lagos.