El 15 de noviembre de 2019, en pleno estallido social, la mayoría de los partidos políticos en nuestro país firmaron el Acuerdo Nacional por la Paz y la Nueva Constitución, en respuesta a las millones de personas que a lo largo de todo Chile salieron a marchar para exigir cambios reales ante una creciente desigualdad.
La verdad es que de paz hubo poco.
Pero sí se produjo un cambio que la ciudadanía venía pidiendo hace muchos años. El domingo 25 de octubre de 2020 se realizó un plebiscito nacional donde cerca del 80% de las personas marcaron por el Apruebo, es decir, que efectivamente se escriba una nueva Constitución.
Una oportunidad única, histórica, alabada alrededor del mundo, porque, además, la Convención Constitucional que tendrá la responsabilidad de escribir este texto para la nueva Carta Magna chilena, será paritaria.
Sin embargo, lo que se vivió este fin de semana, en un proceso eleccionario catalogado como “histórico” e “inédito”, porque además se realizó en dos jornadas, dejó bastante que desear en cuanto a la participación de la ciudadanía.
Chile tiene un padrón electoral conformado por 14.900.190 personas habilitadas para votar. Pero solo ejercieron su derecho (y obligación moral) 6 millones 458 mil 760 personas (43,35%).
En el caso puntual de la Región del Maule, el padrón electoral lo conforman 885.193 personas, pero solo llegaron a emitir sus sufragios 386.696, es decir, un 43,68%.
¿Qué pasó con todas esas personas que marcharon, que exigían cambios?
Por supuesto que por el contexto de la crisis sanitaria por la pandemia del Coronavirus era de esperar que un porcentaje de la población no asistiera, pero que la participación ni siquiera llegara al 50%, es decepcionante, pues era la oportunidad de elegir a quienes redactarán la nueva Constitución que regirá en Chile en las próximas décadas.
También tenían la responsabilidad de elegir a los gobernadores regionales, cargo que por primera vez sería determinado por la voluntad popular. Parece que eso tampoco importó.
Para qué hablar de la elección de alcaldes y concejales, quienes administran las comunas… eso tampoco tuvo peso.
Los grandes perdedores en estas elecciones han sido los partidos políticos tradicionales, pues los independientes ganaron gran terrero.
Tal vez la escasa participación es el reflejo de la decepción que gran parte de la ciudadanía siente hacia una clase política que hace años dejó de representarlos.