Mucho antes de la aparición del Coronavirus, la palabra o concepto de “trazabilidad” ya existía, pero se aplicaba más que nada en el ámbito del comercio, especialmente de la alimentación o la prestación de servicios.
La trazabilidad, entonces, tenía como principal objetivo poder localizar cualquier producto alimentario o materia prima dentro de la cadena de suministro. Además, permite inmovilizar y retirar cualquier producto en caso de que surjan problemas de seguridad alimentaria.
Pero cuando ya la propagación del peligroso Covid-19 se diseminó prácticamente en todo el mundo y crecía el número de contagiados y fallecidos, la palabra “Trazabilidad” adquirió otras connotaciones y una importancia radical, a fin de prevenir -hasta donde fuera posible- la dramática expansión de los brotes.
Si bien la estrategia del Gobierno de trazar los casos para contener la expansión explosiva del Coronavirus, ha sonado fuerte en los días recientes, en la Atención Primaria de Salud, esta actividad no es nueva.
De hecho, “trazar” es parte del trabajo epidemiológico que permanentemente se realiza con enfermedades como la tuberculosis o el sarampión, por nombrar algunas.
Sin embargo, tratándose de un invisible y potencialmente letal virus como es el Covid-19, esta trazabilidad se hace tremendamente compleja.
Puede haber “seguimientos” aparentemente más sencillos, como cuando -por ejemplo- a un trabajador temporero se le aplica el test o PCR y arroja positivo se rastrea a sus compañeros que viajaban con él en el bus o a quienes estuvieron más próximos en su quehacer laboral y se procede al respectivo aislamiento y al tratamiento médico de rigor.
Pero cuando los contagios se dan en un entorno familiar o en casos de aglomeraciones (considerando que hay muchos asintomáticos que solo “transportan” al virus) una efectiva trazabilidad es inmensamente difícil y por eso hemos estado llegando a niveles de extrema peligrosidad, ante lo cual a las autoridades no les queda otra opción que prolongar y ampliar las cuarentenas que tanto afligen a la comunidad.
Cabe consignar que, para llevar a cabo la trazabilidad, el Gobierno ha debido destinar miles de millones de pesos, pese a lo cual nadie puede asegurar ni presumir cuándo se podría volver a la ansiada normalidad.