Cuando se trata de problemas graves como un terremoto o una campaña solidaria como la Teletón, los chilenos nos unimos, dejando las diferencias religiosas, sociales y políticas de lado. El mundo nos conoce por esa solidaridad que aparece cuando las fuerzas aflojan y los recursos escasean.
La llegada de módulos del Ejército al Hospital de Curicó hace recordar esas cruzadas, donde nos sentimos más chilenos. La pandemia ha provocado dificultades sanitarias y económicas como no se veían hace muchas décadas, pero el virus volvió a reflotar nuestro gran compañerismo y buena voluntad.
Al esfuerzo de los profesionales y técnicos de la salud, que conforman la primera línea, se ha sumado la ayuda del mundo militar, el cual ha traído módulos para atender, especialmente a pacientes que estén en riesgo por el Covid-19. No es un aporte más para enfrentar la crisis sanitaria, sino que llegó, literalmente, a salvar vidas.
Para nadie es un misterio que los funcionarios del principal recinto asistencial de la puerta norte del Maule están con un nivel altísimo de trabajo y estrés, por lo cual todo suma para combatir el virus.
Si bien la autorización de nuevas vacunas en nuestro país será un alivio, y puede ser interpretado como “la luz al final del túnel”, hay que recordar que se deben mantener las medidas preventivas de la comunidad. Las básicas: uso de mascarilla, lavado frecuente de manos y distanciamiento social. Por lo mismo, de nada servirá que el mundo civil, profesional y militar aúnen esfuerzos, si los ciudadanos comunes y corrientes no usamos de buena manera la aludida mascarilla o seguimos provocando aglomeraciones innecesarias que, por desgracia, mantienen los niveles de contagio. Es hora de ayuda, desde el lugar que sea.