Si no hubiera surgido la pandemia del Coronavirus, estas semanas estivales habrían sido alegres, distendidas, con cientos de miles de niños y jóvenes disfrutando de sus vacaciones y renovando energías para volver esperanzados a sus colegios, liceos y universidades.
Lamentablemente, la presente realidad es otra muy diferente y hasta cruelmente dramática e impredecible y nada hace prever –ni siquiera con un mínimo de seguridad– que se vuelva a las clases presenciales.
La fórmula utilizada durante el nefasto 2020 ha sido sinónimo de un agobio escolar para docentes, apoderados y estudiantes.
La falta de claridad en la información y la diversidad de fórmulas que utilizan los colegios para abordar la educación remota, han generado varios problemas ligados a la falta de conexión a Internet; la pobreza y hacinamiento en los hogares vulnerables, entre varias otras facetas de este deplorable escenario.
El dilema que no se ha resuelto, según los especialistas y profesores, es que la educación en tiempos de crisis sanitaria debería estar al servicio de la contención y enseñanza sobre lo que ocurre, en función de resguardar la vida de las personas y no de cumplir con estrictez el calendario académico.
En principio, el Consejo Asesor del Mineduc ha propuesto la apertura total de los colegios desde el 1 de marzo de 2021; la creación de un sistema de registro nacional de casos de Covid-19 en los establecimientos y priorizar a los profesores y otros funcionarios de la educación en el proceso de vacunación.
Por su parte, en el Colegio Profesores se indicó que la presencialidad va a depender de que el Gobierno garantice las condiciones sanitarias y de infraestructura necesarias para el regreso.
A su vez, desde la Corporación Nacional de Colegios Particulares (Conacep), señalaron que para el 2021 el retorno a las clases presenciales solo seguirá siendo voluntario para los estudiantes, ya que sostenedores y docentes estarían obligados a iniciar las actividades el 1 de marzo.
Lo más probable es que –de acuerdo a cómo evolucione la lenta disminución de los contagios– se deba continuar con clases “online”, con todas las dificultades y sacrificios que ello implica, para los profesores (as) los alumnos y sus respectivas familias.