Un working paper de María Teresa Reszczynski, economista sénior del Banco Central, señala que las altas temperaturas incluso influyen en el Producto Interno Bruto y que podrían tener repercusiones económicas.
En tanto, el presidente de la SNA, Antonio Walker, dice que “hay que adaptar las jornadas laborales. Aprovechar de trabajar cuando hay temperaturas más bajas, darle una adecuada hidratación a los animales y una debida protección a los trabajadores”.
Por Juan Ignacio Ortiz Reyes
TALCA. En la edición de ayer del Diario La Prensa, el agroclimatólogo maulino Patricio González Colville advertía de las graves consecuencias para la agricultura de la región y entregaba el dato duro de que durante enero reciente se superaron récords históricos de los promedios de las máximas temperaturas en las olas de calor que tuvimos a fines del primer mes del año y a principios de febrero.
Ponía de ejemplo a Talca, que superó sus máximas en más de 25 años, solo algunas comparables con el caluroso verano de 2017.
A esto se suma ahora un documento de trabajo del Banco Central, que calcula que el aumento de la temperatura tiene impacto en la gran mayoría de las industrias del PIB de Chile, así como también por la disminución de las lluvias.
Las conclusiones del working paper, que fue publicado en 2024 por María Teresa Reszczynski, economista sénior del Banco Central, señala que “durante el verano existe un impacto en la actividad por la “mayor temperatura y menor precipitación en el PIB”, que es más pronunciado que en otras estaciones del año. Este efecto se ‘exacerba’ con las olas de calor que se registran en la época estival”.
Al analizar el documento desde nuestra perspectiva maulina se pueden encender ciertas alarmas debido a la alta influencia del cambio climático en la zona más agrícola del país, que reflejarían un efecto de 0,48% del PIB, tras un aumento de 0,2°C en la temperatura respecto de su norma histórica.
El estudio señala que las olas de calor tendrían una repercusión de 0,01% en el crecimiento anual del PIB total. La propia autora, María Teresa Reszczynski, manifiesta que esto “representa específicamente el efecto marginal o adicional que tienen las olas de calor sobre la economía (considerando tres días en un trimestre con temperaturas de calor extremas)”.
De acuerdo con la investigación, el impacto de las altas temperaturas afectaría, principalmente, a la industria silvoagropecuaria, versus otros sectores económicos del país.
ADVERTENCIA
En tanto, el estudio elaborado por Patricio González Colville del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca es contundente al señalar que “la fisiología de las plantas puede desarrollarse dentro de un espectro térmico el cual, en promedio, posee un rango entre 15° a 30° Celsius. Cuando las temperaturas exceden, durante el verano, estos rangos en sentido positivo se empiezan a producir efectos que deterioran la producción. Estos valores térmicos exceden con creces los rangos en los cuales los cultivos agrícolas pueden desarrollar su fisiología de confort térmico”.
Y ahí el mismo González Colville da a conocer que los mayores peligros para la agricultura maulina radican en que el exceso de calor genera daños sobre las superficies de frutales. Las altas temperaturas nocturnas afectan los viñedos, que requieren temperaturas nocturnas inferiores, en promedio, a los 14° o 13°Celsius durante varias semanas. También advierte la problemática del agua, que hace difícil asegurar el riego para cada temporada.
Y concluye que “la agricultura, que necesita del clima para desarrollarse y alimentar a un país, deberá acelerar las inversiones para su adaptación al nuevo clima que se está caracterizando, más que por normales mensuales, por extremos tanto térmicos como pluviométricos. Los ríos atmosféricos durante el invierno del 2023 y el actual extremo térmico verano 2025, son el ejemplo de un futuro quizás dramático para la zona centro-sur y norte de Chile”.
ANTONIO WALKER
No solo la opinión experta de González Colville es concluyente. Para el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Antonio Walker, habrá que hacer modificaciones a la brevedad.
Residiendo en Los Niches, en la Provincia de Curicó, el exministro de Agricultura ha sido testigo de que la industria ha debido adaptarse para enfrentar este escenario de constantes olas de calor en época estival.
En contacto con diario La Prensa, señala enfático que “el intenso calor que hemos sentido en nuestra Región del Maule este verano 2025 afecta incluso el color de la fruta, con temperaturas muy altas y que están por sobre los promedios y con temperaturas cálidas en las madrugadas, cuando las plantaciones necesitan que sean más bajas en las noches”.
Agrega que “hay que adaptar las jornadas laborales. Aprovechar de trabajar cuando hay temperaturas más bajas, darle una adecuada hidratación a los animales y una debida protección a los trabajadores”.
El exministro de Agricultura manifiesta también que “hay que ajustar el tiempo y la frecuencia de riego a los requerimientos de los distintos cultivos para no producir deshidratación en las plantas”.
También señala “todos los agricultores tenemos que preocuparnos de evitar labores agrícolas en las horas de máxima temperatura, para no contribuir a aumentar los incendios”.
FADUA GAJARDO
Sobre este mismo tema, Fadua Gajardo, directora ejecutiva del Instituto de Directores de Chile, al ser consultada por diario El Mercurio dijo que en el sector privado deben ser más proactivos ante esta problemática. “Los directorios de las empresas deben reconocer el cambio climático como un factor clave en la planificación estratégica, integrando criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) para mitigar riesgos y adaptar sus modelos de negocio a un entorno de mayor incertidumbre climática”, señaló.
Además, la experta manifestó que “es vital comprender que el cambio climático ya está impactando el PIB de Chile, y las empresas que no actúen estarán ante una desventaja competitiva”.