El Tenor Pehuenche. Afirmación nace desde las entrañas de un hombre, un gran artista, que sabe del asunto.
He visto cómo le aplauden de pie miles de personas al concluir un concierto; actuación que concentra (mejor dicho, resume) una larga preparación en Conservatorios en Chile e Italia; y de una ligazón con la música, particularmente con el canto, de casi cuatro décadas. Es Miguel Ángel Pellao Espinoza (44), conocido como el Tenor Pehuenche, en alusión a su evidente origen étnico, que legítimamente le llena de orgullo y señala con toda naturalidad, sencillez y dignidad.
ENCUENTRO
Tuve la fortuna de conocer a Miguel hace unas semanas en Curicó, donde me lo presentó su amigo, el profesor y compositor curicano, René Arévalo Rojano. Miguel Ángel es un personaje cuya magnitud da perfectamente para escribir un libro, o hacer una película; en un par de horas nos contó de sus orígenes, de la semilla musical que traía en el alma al nacer y de cómo sus talentos -circunstancialmente- se han ido encontrando con las oportunidades. Sin lugar a dudas, es un caso ¡excepcional!
CRONOLOGÍA
Nació en una comunidad Pehuenche, situada en el Alto Biobío, un sector rural de la comuna de Santa Bárbara (8 mil habitantes), a 42 km al sureste de Los Ángeles. Para acceder a educación, su madre lo ingresó a un hogar indígena situado en el pueblo, perdió a su padre a los cuatro años de edad. Pero en esa fase de la vida, ya tenía cierta afinidad con el canto, como dice él “yo canturreaba por aquí y por allá”. Como suele ocurrir, son los profesores primarios, quienes detectan tempranamente las habilidades y potencial de los niños, de modo tal que prontamente se le fueron abriendo espacios para que desarrollara ese don.
Pero, he aquí la primera “circunstancia”. “Al Hogar llegó una familia belga, a prestar apoyo social y económico, hicieron una obra muy bonita y cuando se fueron a cada niño nos hicieron un regalo. A mí me dieron un juguete, un autito a control remoto que aún lo tengo y un caset que decía ‘Grandes Cantantes de la Ópera del Siglo XX’, de ahí me cambió todo. Comencé a imitar a los cantantes que venían: Carrera, Pavarotti, Domingo, Di Stefano, Carusso; en fin, los máximos exponentes de la música lírica. Entonces cambié mi repertorio, tenía unos ocho años”, dice, en tono nostálgico.
CARRERA
El origen de lo que hoy es su carrera profesional, diríamos que se funda en la primera beca que sus profesores le consiguieron para que fuera a estudiar al Conservatorio de Concepción (mientras cursaba enseñanza media). Llegó el 2001 a la Universidad de Chile, donde estuvo hasta el 2004 (siempre becado). Comenta brevemente sobre las peripecias y dificultades que debió enfrentar, porque… “en general las becas son bien mezquinas, no es nada fácil adjudicárselas y sobrevivir con ellas”, afirma
CONTACTOS
Mientras estudia en Santiago, comienza a abrirse paso en el mundo artístico, donde más allá de la vocación y el interés del aprendizaje, había una clara necesidad de afianzar recursos para cubrir las necesidades de subsistencia. Fue en ese periodo cuando conoce a personajes como Juan Azúa y Valentín Trujillo, con quienes realizó algunos trabajos. Sin embargo, una pieza clave en su formación profesional fue el histórico músico, ecuatoriano-chileno, Max Berrú Carrión (1942-2018), reconocido integrante de Inti-Illimani.
“A Max lo conocí cuando tenía un restaurante en Providencia, se llamaba Medio Mundo. En cierta ocasión le escuché hablar por teléfono en italiano y allí me enteré que tenía fuertes vínculos en esa nación… país que es cuna del canto lírico. Para hacer el cuento corto, un día me fui becado al Conservatorio Luisa D’Annunzio di Pescara, situado en la región de los Abruzos. Ni le explico las que viví por allá, pero luego de nueve años regresé a mi país, con el certificado de título como intérprete lírico. Que también me habilita para impartir clases”, puntualizó.
TRANSVERSAL
Una de las características muy particulares de este artista, es su gusto por el canto en general. Si bien ha tenido desempeños muy relevantes en lo lírico, manifiesta que goza más desarrollando conciertos eclécticos, con áreas del canto lírico, pero también complaciendo al público con piezas populares y del folclor nacional o latinoamericano; ahí destaca los trabajos que ha realizado con Illapu, Congreso e Inti-Illimani.
Le preguntamos ¿ves potencial en esta área de la cultura en nuestro país? A lo que con firmeza sanciona: “Lo que en Chile hay es talento, lo que falta son oportunidades. Me atrevo a dar un consejo a los padres: perseveren en el apoyo a los hijos cuando se detectan talentos, especialmente en lo musical. La música siempre es una buena aliada; un niño involucrado en las artes no se irá por el mal camino”.