Próximo desafío. La deportista curicana Antonia Valdés comenzó sus entrenamientos a los 14 años. Su sueño es seguir compitiendo a nivel internacional y estudiar una carrera universitaria.
CURICÓ. Fuerza física y mental es lo que define a la luchadora Antonia Valdés Arriagada. Ambas características le han permitido sobrellevar miedos e inseguridades y llegar a ser la primera mujer chilena en obtener una medalla en esta disciplina, en los recientes Juegos Panamericanos Santiago 2023.
Desde niña que Antonia aprendió a compatibilizar los tiempos de estudiante, con las prácticas deportivas en el Centro de Entrenamiento Regional (CER) y el Centro de Alto Rendimiento (CAR) en Santiago, tarea nada fácil, ya que de lunes a sábado debe concurrir al recinto deportivo. Esto hizo que su único día libre fuera el domingo. “Es bastante difícil conciliar ambas áreas. Estaba prácticamente todo el día cumpliendo ambos roles, lo que hacía que terminara el día muy cansada”, indicó la deportista, quien mencionó que tras culminar sus estudios medios, sus planes son cursar la carrera de ingeniería comercial. Si bien ha competido en diversos países como Colombia, México, Paraguay, Rusia, Estonia y Bulgaria, era un sueño participar en los Panamericanos. “Quiero formar parte de unos juegos que sean de nivel mundial. Esta es mi próxima meta”, enfatizó.
TALLER
Sus inicios en este deporte se enmarcan en su época escolar. Cuando estudiaba en el colegio Rauquén, se inscribió en un taller de lucha olímpica. La idea era aprender alguna técnica de defensa personal, que le permitiera enfrentar alguna situación de peligro cuando transitaba desde el colegio a su hogar. “En ese momento, me pareció una decisión bastante inteligente inscribirme en este taller. Consideré bueno aprender un deporte de combate ya que, de presentarse alguna situación de riesgo, tendría las herramientas para defenderme”, precisó la deportista, quien añadió que cuando se fue a vivir a Santiago, descubrió otro mundo. A los 14 años, Antonia se fue a habitar la capital con el objetivo de ser una mejor deportista. Para lo cual, debía compatibilizar sus tiempos de estudiante con los entrenamientos, los cuales son de lunes a sábado. “Era una buena oportunidad y decidí tomarla. Tuve harto miedo y sentí mucha inseguridad. Muchas veces pensé en dejarlo y volver a casa”, enfatizó. En un principio, no tenía mucho interés en conocer la metrópolis. Recién a los 17 años comenzó a salir y a descubrir los atractivos de esta ciudad. “Cuando me fui a vivir con una tía, estaba más tranquila para andar en Santiago. Y también, sentí una mayor protección”, añadió.
DISCRIMINACIÓN
Si bien los tiempos han ido cambiando, aún existe una brecha de género que no le resulta ajena a Antonia, y que se da en diversos ámbitos, no solo en el deportivo. “Considero que hay avances, sobre todo en materia de denuncias, y también veo que los chicos más jóvenes tienen otro concepto de la mujer”, expresó. En la actualidad, son 12 las representantes del sexo femenino en el equipo chileno de lucha olímpica, número que ha ido aumentando con el paso de los años. “Son muchas horas de entrenamiento que no son fáciles de cumplir. Esto hace que sea más complicado para las mujeres ya que debemos desempeñar diversos roles en la sociedad, tener una pareja o ser mamá, y muchas veces, debemos ajustarnos a más exigencias”, concluyó Valdés. Para conocer más de la historia de Antonia y apoyarla, pueden seguir al siguiente Instagram: @antovaldes.a.