Bajas precipitaciones. En particular, el investigador del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres, Pablo Sarricolea, explicó que “los pronósticos globales actualizados” corroboran que “entre julio y septiembre, las zonas más secas serían Valparaíso y la Región de Los Ríos”.
SANTIAGO. Las recientes lluvias registradas en la zona centro sur del país sirvieron de poco. La Región Metropolitana se mantiene actualmente con un déficit de precipitaciones cercano al 60%, mientras que en la mayoría de las otras zonas del país esta cifra fluctúa entre 40% y 50%. De hecho, pese a los fenómenos registrados hace algunos días, se considera que junio en Santiago fue “seco”, tomando en cuenta que en dicho mes usualmente caen alrededor del 25% de las precipitaciones anuales.
En este contexto, miembros del Programa Transdisciplinario en Medio Ambiente (Proma) y el Programa de Reducción de Riesgos y Desastres (Citrid) de la Universidad de Chile, convergen en la importancia de generar un trabajo desde las diferentes áreas del conocimiento, para enfrentar los desafíos país durante los próximos años, tomando en cuenta que la ONU alerta que para el 2045, cerca de 135 millones de personas deberán desplazarse de sus viviendas por la emergencia climática y la nula protección humana.
INVIERNO 2021
La desertificación, comprendida como el resultado de una permanente degradación de los suelos producto de falta de agua o la deforestación, ha impactado a casi siete millones de personas a lo largo de Chile. En esta línea, la sequía ocurre debido a una anomalía climática y ha afectado al 72% del territorio, según cifras de Conaf. Esta realidad se manifiesta desde 2012, debido a la escasez pluvial que en 2019 registró un déficit del 76%.
El académico de la FAU de la Universidad de Chile (Facultad de Arquitectura y Urbanismo) y miembro de Citrid, Pablo Sarricolea, explica que “por la posición geográfica en el Pacífico suroriental, gran parte de Chile verá reducida sus precipitaciones y presenciará aumentos de temperatura en sectores como valles y cordillera. Las sequías meteorológicas serán más frecuentes en el futuro, afectando los sistemas hidrológicos, productivos y sociales, siendo urgente planificar los territorios”.
Las cifras actuales sobre precipitaciones también son complejas. “El pasado 2 de junio, la Dirección Meteorológica de Chile publicó su predicción estacional, en donde se indica que en la zona centro existirán condiciones secas. Por su parte, los pronósticos globales actualizados al día de hoy, corroboran que entre julio y septiembre las zonas más secas serían Valparaíso y la Región de Los Ríos”, asegura.
Del mismo modo, el investigador agrega que “el fenómeno de la Niña implica condiciones secas para Chile, pero podrían ser neutras de acuerdo con la información presentada por la Universidad de Columbia. Esto significa que existen bajas probabilidades de que se manifieste el fenómeno de la Niña (10%) y el Niño (5%), siendo los factores atmosféricos determinantes. Hay que estar preparados, pues los modelos de pronósticos estacionales son permanentemente actualizados y los escenarios pueden cambiar”.
PENSAR
A CHILE
Durante junio se conmemoró el “Día Mundial de la Lucha Contra la Desertificación y la Sequía”. En este contexto se hace necesario destacar que el Balance Hídrico Nacional indica que para el 2040, Chile podría ser uno de los 30 países con mayor estrés hídrico y sequía. La Académica de la FAU y miembro de Proma, María Christina Fragkou, explica que esta realidad es preocupante, pues “vemos una disminución del agua disponible y el aumento de las necesidades hídricas, mientras que las soluciones del Estado son poco sensibles a las desigualdades sociales y particularidades territoriales, poniendo énfasis solo en asegurar el agua para el sector productivo”.
En la misma línea, la académica de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza e integrante de Proma, Anahí Ocampo, aseguró que los factores antropogénicos han intensificado las consecuencias de este escenario. “En Chile hay eventos que han evidenciado la vulnerabilidad de cómo gestionamos los recursos naturales. Nos encontramos en un momento clave para repensar qué es lo que queremos como país para nuestro futuro y cómo lo vamos a obtener para no acabar con el planeta, porque cuando hablamos de desertificación y sequía no hablamos solo de los desiertos, sino que también de una mala gestión de la cual debemos hacernos cargo”, destacó.