¿Qué fue de tu vida, Luis Aravena Bustos?

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POR HÉCTOR ORELLANA ABACA
FOTOS CARLOS ALARCÓN DUARTE

TALCA. Nació donde la vida se aprende a golpes de realidad, en la zona del carbón, allí donde el trabajo endurece las manos y también el carácter. Luis Aravena es hijo de minero, de una familia humilde, de esas que conocieron la necesidad mucho antes que el descanso. Desde niño entendió que nada sería fácil, que cada paso debía ganarse con sacrificio, disciplina y trabajo incansable.

En medio de la dureza de Lota, cuando el futuro parecía estrecho y el riesgo acechaba en cada esquina, el fútbol apareció como una luz posible. No fue un juego, fue una tabla de salvación. El balón se transformó en su herramienta para escapar de un destino escrito por la carencia, y la cancha en el espacio donde aprendió a luchar con dignidad, respeto y rigor.

Su nombre aún resuena en el Estadio Ester Roa, escenario donde defendió con orgullo los colores de Deportes Concepción y disputó dos torneos internacionales, escribiendo páginas inolvidables para la institución. Y también late con fuerza en el corazón del hincha rojinegro, que jamás olvidará aquel subcampeonato del 2002, cuando Rangers soñó en grande y él fue parte de una gesta que marcó época.

Luis Aravena no solo fue un talentoso mediocampista; sino también el reflejo de una vida forjada desde abajo, de un hombre que entendió que el talento sin disciplina no alcanza, y que solo el trabajo honesto permite cambiar el rumbo. En la edición dominical de Diario La Prensa, la historia de un hijo del carbón que, a punta de esfuerzo y convicción, logró que el fútbol le cambiara la vida.

¿Cómo nace la pasión por el fútbol?

“Nací en Lota, soy hijo de minero y parte de una familia muy numerosa: éramos 11 hermanos. Vivimos muchas carencias económicas en una zona difícil, y eso lo sentí desde muy pequeño. Por lo mismo, tuve que asumir responsabilidades muy temprano. Desde niño supe que el fútbol podía ser una oportunidad real para cambiar mi vida, y así fue. Mis inicios fueron en el Nacional Santa María de Lota. A los 14 años me fui a probar a Lota, quedé, pero no me gustó el ambiente: había mucho compadrazgo. Tomé mis cosas y me fui, un poco amargado, pero con la convicción de que algo bueno tenía que salir de todo eso”.

¿Y qué ocurrió después?

“Terminé mi educación, hice el servicio militar y luego, en Lota, asumió como técnico Francisco ‘Chamaco’ Valdés. A través de un amigo de la zona tuve la oportunidad de ir a probarme. Jugué un tiempo como delantero y quedé. Desde ese momento, al llegar al profesionalismo, mi vida comenzó a cambiar”.

¿Me imagino que, para ‘Chamaco’ Valdés, una leyenda del fútbol chileno, hay un agradecimiento infinito?

“Así es. Él me enseñó, me acogió y me ayudó muchísimo. Fue una gran persona que, con su actitud, me hizo valorar mis propias decisiones. Optar por el fútbol significó dejar muchas cosas de lado, elegir la disciplina y salir de una zona de riesgo. Conocí muchos amigos muy talentosos que tomaron otros caminos. En mi caso, fue una decisión de vida: ser futbolista o quedarme en el camino. La misión requería mucho trabajo y disciplina y en eso ‘Chamaco’, fue una persona de excepción”.

¿Cómo continúa su carrera?

“Después de cinco temporadas en Lota, en 1995 llegué a Deportes Concepción, que volvía a Primera División. Tuve el privilegio de jugar dos torneos internacionales: Copa Libertadores y Copa Conmebol, hoy Sudamericana. También pasé por Ñublense y en 2002 llegué a Rangers, donde fui parte del plantel subcampeón del Torneo de Apertura. Posteriormente, y hasta mi retiro, estuve en Deportes Temuco y Lota. También en mi carrera jugué por otro grande como es Fernández Vial. Fue una carrera muy bonita, con logros importantes y reconocimiento dentro del fútbol. Hubo muchos equipos que me quisieron, y eso es un privilegio que no todos tienen. Guardo los mejores recuerdos de cada club. Imagínese lo que significa para mí haber admirado a jugadores como Nicolás Villamil, el ‘Coke’ Contreras, Hugo González o el ‘Peraca’ Pérez, y que con el tiempo hayamos sido compañeros de equipo”.

¿Luis, en Rangers vivió un momento muy especial?

“Así es. En 2002 me vine a Talca, llamado por Óscar del Solar. Llegamos a la final del Torneo de Apertura y la perdimos con Universidad Católica. Fue una experiencia muy linda, el resultado de un trabajo serio, de un equipo muy comprometido, tanto los que jugaban como los que esperaban en la banca. No teníamos grandes nombres, pero sí un plantel compacto y muy sólido. Marcamos la diferencia desde el colectivo”.

¿Pero usted no pudo jugar la final?

“Muchos hinchas de Rangers recuerdan ese año, especialmente en mi caso. El Tribunal de Disciplina me castigó con cuatro fechas tras ser expulsado en una pelea en La Cisterna, frente a Palestino. Eso me dejó al margen del momento más decisivo del campeonato”.

¿Por qué se quedó en Talca, Luis?

“Desde que llegué en 2002 me encariñé con esta ciudad. Mi pareja y mis hijos son de acá. Me radiqué en Talca porque me siento querido, en una ciudad tranquila, con gente respetuosa. Mi hijo Francisco está en la proyección de Rangers, mi hija Javiera en la universidad y Maura en la educación básica. Y mi otro hijo Luis Felipe está radicado en el sur. Agradezco la compañía de Carla mi pareja con quien hemos construido un lindo proyecto de vida”.

¿Qué le dejó el fútbol?

“Todo. El fútbol me cambió la vida. Siempre lo he dicho: si no hubiese sido futbolista profesional, probablemente estaría muerto. El fútbol me permitió salir de una zona de riesgo. Tomé decisiones que cambiaron mi vida, aunque en su momento muchos no las entendieron. Me dejó amigos en todas partes, con quienes sigo en contacto. Me dio la posibilidad de formar una linda familia y la tranquilidad emocional, de haber hecho lo que me gustaba y haber conseguido mucho más de lo que soñé”.

¿Recuerdos inolvidables de su carrera?

“De cada club me quedó algo hermoso. Los torneos internacionales con Concepción, el subcampeonato con Rangers, una goleada 5-1 a Colo Colo jugando por Deportes Temuco, donde marqué un gol. Mi paso por Fernández Vial, donde estuvimos muy cerca de ganar una liguilla… son recuerdos que guardo en el corazón”.

¿Y qué vino después del fútbol profesional?

“Terminé mi curso de técnico, trabajé en Rangers hasta la pandemia. En el fútbol amateur jugué por el 18 de septiembre y fui refuerzo de Costanera, donde salimos campeones nacionales en la categoría 35 años”.

¿Me imagino feliz por el regreso de Deportes Concepción a Primera División?

“Ciertamente. Quiero mucho al ‘Conce’ por lo que significó en mi carrera y porque es una gran institución, un club familiar, muy parecido a Rangers en la forma de sentir el apoyo. Verlo descender por la vía administrativa fue muy triste, pero es profundamente satisfactorio verlo de regreso en el fútbol de honor, que es el lugar que merece por tradición e historia”.

La historia de Luis Aravena no se mide solo en partidos jugados ni en camisetas defendidas. Se mide en decisiones valientes, en disciplina silenciosa y en la capacidad de transformar la adversidad en esperanza. Desde la profundidad del carbón hasta la luz de los estadios, su vida demuestra que, incluso en los caminos más duros, el esfuerzo y la convicción pueden cambiarlo todo.