Esta es la historia de un delantero letal que, con el paso del tiempo, se transformó en un aguerrido defensor, sin perder nunca el olfato de gol.
POR HÉCTOR ORELLANA ABACA
TALCA. Cordiales y atentos saludos a nuestros lectores de diario La Prensa, que domingo a domingo, siguen está página, que busca traer a la memoria a esos guerreros de la vida y del deporte que dejaron una huella imborrable, y que a veces de manera injusta permanecen en el cruel olvido.
Había escuchado de su nombre, de sus hazañas y en virtud de eso me di a la tarea de ubicarlo y lo encontré. Su casa en el Barrio La Florida, fue el punto de encuentro para una conversación de recuerdos, emotividad, plena de fútbol y llena de cálidas atenciones, con Germán Puchi Oyarzún, quien marcó una época memorable en su trayectoria futbolística.
Pocos jugadores pueden decir que brillaron en dos posiciones tan distintas como lo hizo Germán Puchi, un nombre que todavía resuena con cariño y respeto entre los hinchas de Antofagasta, Rangers y Deportes Linares.
Su historia es una de esas que vale la pena recordar: la de un delantero letal que, con el paso del tiempo, se transformó en un aguerrido defensor, sin perder nunca el olfato de gol.
Gracias Germán por recibirme en su casa para conversar de lo que tanto nos gusta como es el fútbol…
“Gracias, a usted la verdad es que me emociona que se acuerden de mí y que tengan esa amabilidad de llevarme a dar una entrevista después de tantos años alejado del fútbol”.
¿Cómo comienza su vida futbolera?
“Yo soy valdiviano. Desde niño llamé la atención por mis condiciones y atributos futbolísticos mucha rapidez, velocidad y control. Eso me valió que fuera rápidamente mirado por Green Cross de Temuco, donde fui, pero sin firmar nada y sin jugar me ceden a una selección que disputa un torneo en Antofagasta y ahí me quedé. A los 19 años debutaba en primera división en Antofagasta Portuario y con un rendimiento espectacular. Entre mis recuerdos está la tripleta que le hice a Unión Española y otros goles importantes que me valieron el reconocimiento del medio y especialmente de los hinchas. A esa altura, era muy importante todo lo que ocurría, ya que jugaba en primera y cuando me fui de Valdivia, ya era egresado como profesor de Educación Física, lo que me permitió ganarme la vida en forma posterior”.
RECONVERSIÓN
Puchi comenzó su carrera en el fútbol profesional con el alma de goleador. Rápido, potente y con un remate que no perdonaba, fue figura en la delantera de los equipos donde jugó. En Antofagasta se ganó el corazón de la hinchada con sus goles decisivos, y no fueron pocos los partidos donde su nombre fue coreado desde las tribunas tras alguna anotación clave. Más tarde, ya con más experiencia, sorprendió a todos al reconvertirse en defensa, una decisión poco común, pero que terminó por demostrar su inteligencia táctica y compromiso con el equipo. Desde el fondo, lideraba, ordenaba y aún encontraba espacios para proyectarse y anotar. Porque sí: aun como zaguero, seguía marcando goles.
¿Y qué viene después en su carrera tras el comienzo en primera a los 19 años?
“En 1971 me fui al Fígaro de Bolivia y luego llegó a Rangers, donde jugué cinco temporadas. Fue el técnico Pedro Arezzo, que me convirtió en defensa, de ahí no me moví, pero igual hacía goles. En Rangers estuve cinco temporadas y luego jugué otras cinco en Deportes Linares, donde terminé mi carrera. En Rangers hicimos buenas campañas todos esos años, estábamos de la mitad para arriba, Recuerdo grande compañeros como: Manuel Ulloa, Juan Carlos Abate, el ‘Chino’ Díaz, el ‘Chueco’ Bastías y Alberto Villar entre otros. Guardo los mejores recuerdos de Talca, de sus hinchas y por eso una vez que tomé la decisión del retiro me quedé en esta ciudad, donde soy feliz y me siento un talquino más”.
¿Y qué representa Rangers para usted?
“Una institución que quiero mucho. Lamento que durante tantos años esté en la B. Rangers es un equipo de primera, así lo siento. También tengo que ser sincero, ya que no voy al estadio. Me he sentido desplazado, ya que nunca me han considerado, al menos para tener una credencial de acceso al estadio, solo por deferencia, no porque no tenga para ir, pero prefiero quedarme en la casa. Creo que siempre será negativo no valorar la historia”.
¿Y qué hizo después del fútbol?
“Me dediqué a mi labor de profesor de Educación Física. Estuve cinco años trabajando para los internos de la Cárcel de Talca, además de hacer clases acá en La Florida y en la Escuela de Población Independencia”.
¿Qué le dejó el fútbol, Germán?
“La maravillosa oportunidad de construir una familia con mi esposa Gladys, con quien tenemos 54 años de matrimonio, tres hijos maravillosos: Marcelo, Cristian y Camila Francisca y cinco nietos que son mis seres más preciados y adorados. Y también hacer de grandes amigos como Francisco ‘Chamaco’ Valdés, una persona extraordinaria por su calidad como futbolista y persona, con el cual tuve la fortuna de jugar en Antofagasta. Un ser único inigualable, por eso aún lo recordamos con gran cariño”.
SÍMBOLO
En Rangers de Talca, su entrega fue total. No importaba si había que pelear cada pelota o empujar al equipo desde atrás, Puchi se transformó en un símbolo de lucha y temple. Los que lo vieron jugar lo recuerdan con admiración. Un jugador que supo reinventarse sin perder su esencia, que cambió el arco rival por la zaga, pero nunca abandonó su amor por el fútbol ofensivo. Germán Puchi es, sin duda, uno de esos futbolistas que marcaron época en silencio, con humildad, pero dejando una huella profunda.
Hoy, su nombre vive en la memoria de los hinchas y en las historias que se cuentan en las gradas de los estadios del norte y el sur. Un jugador distinto, un recuerdo imborrable. Gracias Germán, por este bello encuentro, memorable para quienes respiramos fútbol. Por su esencia y magia y porque es una pasión para vivirla.