
Hace siete años, se percató que dicho arte le generaba un nivel de satisfacción, que claramente no conseguía con el ejercicio de su profesión (Ingeniería Comercial). Ahora también dicta talleres y clases particulares.
POR CARLOS ARIAS MORA
Hace siete años, durante un viaje a Francia, la protagonista de esta historia descubrió algo que le dio un giro a su vida. “En la esquina de la pensión donde yo estaba, había una tornería. Decidí entrar y realicé mi primera pieza. Ahí dije, esto es para mí”, nos confiesa la ceramista curicana, Bárbara Ossa Ramírez. Fue en ese instante cuando se dio cuenta que aquello le generaba un nivel de satisfacción que claramente no conseguía con el ejercicio de su profesión (Ingeniería Comercial). “El torno es muy difícil, se necesitan a lo menos 10 años para considerarse ser un buen tornero, y yo estoy en ese camino, en ese camino de aprendizaje”, nos acota.
Tras la citada revelación, Bárbara decidió incursionar en algunos talleres de cerámica, y seguir estudiando, perfeccionándose con gente que, en lo personal, encontraba que era una inspiración. “No me considero una artista, pero sí mi alma está muy ligada al arte. Siempre me ha gustado el arte. Desde chica leo poesía, recité muchos años poesía, me gusta mucho todo lo ligado al arte, la música, el teatro”, recalca.
ESTUDIO
Ser ceramista, dijo, requiere tener “muchos conocimientos”. De ahí la importancia de “constantemente seguir estudiando”. De hecho, recalca que ha regresado a Europa para participar de talleres, “y obviamente observo también cuáles son las tendencias y comparo mi arte con lo que hay allá”. Con el paso del tiempo, esa facilidad para lograr hacer piezas, la ha ido afinando. Además, dijo, por estos días cuenta con una profesora “a la cual admiro y agradezco mucho, aprendo muchísimo de ella”. “Si bien estoy muy orgullosa de lo que he podido lograr, no es que yo haya llegado a un tope de aprendizaje”, remarca.
TÉCNICAS
La cerámica, nos subraya Bárbara, tiene la particularidad de que “nunca una pieza va a ser igual a la otra”. Respecto a las técnicas, las principales que utiliza son la manual y con el torno (que es la más le gusta). Con ellas, logra alcanzar un producto totalmente personalizado. “La cerámica depende de muchos factores externos. El clima es uno de ellos, la temperatura del horno, el proceso de secado de las piezas, y obviamente de tu nivel de energía, tu nivel de tranquilidad influye mucho. Y hoy me siendo en una etapa personal muy plena, lo que se ve reflejado claramente en las piezas que estoy presentando”, dijo.
TRABAJO DE HORMIGA
Al principio, Bárbara partió vendiéndole a sus amigas que iban a su casa y se interesaban por algunas de las piezas que allí tenía. “Me empezaron a encargar y a encargar. Ahí vi obviamente la oportunidad de negocio, había que hacerlo masivo y lo hice a través de un Instagram (@cerámicas.barbara.ossa). Hoy vivo del proceso cerámico”, subraya. A la fecha, tal cuenta ya superó los 9.000 seguidores. “En general, cuesta mucho llegar con el arte, por eso me siento muy contenta, estoy muy contenta, porque de verdad que ha sido un trabajo de hormiga. Nunca he comprado seguidores (…) En Curicó me hice conocida, ya que cuando alguien quiere un regalo especial, me buscan”, insiste.
TALLERES Y CLASES
El año pasado Bárbara dio otro importante paso: comenzó a dictar talleres. Si bien reconoce que no fue una decisión fácil de tomar, en definitiva, primó el abrirse a la posibilidad de compartir sus conocimientos y experiencia. “Comprendí que los dones hay que ponerlos al servicio de los demás (…) Empecé de manera muy tímida. No pensé que fuera a generar tanto interés (…) Son cupos reducidos, muy personalizados. Gracias a Dios he tenido una excelente recepción, la gente viene feliz, las atiendo feliz”, dijo. En tal proceso, ha podido conocer a “mujeres maravillosas”, las cuales se han hecho “amigas entre ellas”, lo que ha derivado, estima, en una especie de comunidad. Además, desde el año en curso, también empezó a realizar clases personalizadas. “La cerámica te permite un espacio de conexión, de respiro, de sacar lo mejor que tú tienes dentro, para ponerlo en una pieza. Tengo muchas clientas que han llorado cuando se llevan su pieza terminada, porque no pueden creer que fueron capaces de hacer eso”, señaló.
Al cierre, Bárbara nos comparte un sueño de carácter personal, que espera más temprano que tarde poder concretarlo: presentar su trabajo en el extranjero.