La pareja es parte del programa Familia de Acogida Especializado de Fundación ADRA.
POR CYNTIA LEMUS SOTO
CURICÓ. Con marcas de cigarro en su cuerpo y con piojos en su cabeza, llegó una pequeña al hogar del matrimonio conformado por Alejandro y Elsa, quienes decidieron involucrarse y ser parte del cambio. Para eso, se inscribieron en el programa Familia de Acogida Especializado de Fundación ADRA y se convirtieron en cuidadores de esta niña de cuatro años, ayudándola a sanar sus heridas del alma y el cuerpo.
“Llevamos casi dos años en este programa. Tras ser entrevistados por Adelaida en el mes de febrero, participamos en un proceso de capacitación y luego, fuimos certificados en julio del 2023”, indicó Elsa, asistente social y familia de acogida, quien se refirió a las evaluaciones psicológicas y emocionales de las que fueron parte.
“Fue un proceso corto, pero bastante intenso. Nos entregaron las herramientas para conocer el funcionamiento del programa y enfrentar las vulneraciones que traen estos pequeños”, aclaró.
“Sabemos que hoy en día los hogares no constituyen la mejor opción. Y en ese sentido, este programa es una buena alternativa de restituir la niñez”, contaron Alejandro y Elsa, quienes expresaron su deseo que esto cambie con la nueva Ley de Adopción y que más personas se involucren en mejorar la vida de muchos pequeños en estado de vulneración.
CAMBIOS
La pequeña arribó al hogar del matrimonio de Alejandro y Elsa en octubre del año 2023. Su mirada era dura, con mucha desconfianza y, desde un principio, quiso poner a prueba a sus cuidadores.
Llegó con mucha ansiedad por comida y dormía en cualquier área de la casa. No estaba acostumbrada a tener una cama y alimentación diaria, y cargaba con mucha inestabilidad emocional.
“Ha sido nuestra pequeña gran maestra. Ella nos ha dado la oportunidad de reencontrarnos como matrimonio y familia, marcando un hito importante en nuestras vidas”, precisó Elsa, quien se refirió los diversos cambios que la menor ha experimentado. Ahora, abraza a sus pares y a personas con las que establece un vínculo, es resiliente y tiene una gran capacidad de adaptarse a los cambios.
En opinión de Alejandro, una de las motivaciones para formar parte de este programa, fue la posibilidad de transformar la vida de un niño, ya que es un proceso menos complicado que con personas mayores.
“Es bueno que menores que han sido tan vulnerados conozcan a adultos amables, que no quieren hacerles daño”, añadió Elsa.
TUICIÓN
Hasta los 18 años, Elsa y Alejandro estarán a cargo de la pequeña, pero aún falta el veredicto del tribunal. Y puede ser que antes, ella decida no seguir formando parte de esta familia y volver a estar con sus padres biológicos.
“Cualquier integrante de su familia de origen podría decidirnos que quiere hacerse cargo de ella. Esto no tiene lógica alguna ya que nosotros conocemos su carácter, sus gustos y otros aspectos de su vida”, señaló Elsa, quien expresó su satisfacción luego que los padres biológicos les entregaron el cuidado de la niña.
“Sabíamos desde el principio que esto era transitorio, siendo un puente entre la familia de origen y la pequeña, pero esto cambió ya que la mamá no la ve desde hace casi dos años y el padre está presente, pero no cuenta con las herramientas para quedarse con la tuición”, indicaron.
“No existe familia consanguínea que esté apta para tener a la pequeña. Y en el caso del progenitor, tiene una vinculación potente con ella, pero carece de las habilidades parentales, estabilidad y redes de apoyo”, concluyeron.