Lunes, Marzo 24, 2025
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“Ha subido todo: la energía, la botella, la mano de obra, el petróleo, subió todo y vendemos el vino más barato. Es una crisis por donde se le mire”

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Hay publicaciones especializadas que lo señalan como quien “edificó la industria vitivinícola chilena” y hoy analiza la dura realidad que está viviendo una de las principales industrias de la Región del Maule.

“El precio del vino chileno cuando yo partía hace casi 30 años era 26 dólares la caja y todas las políticas públicas y privadas enfocaban en que íbamos a subir a 36 dólares la caja y había una serie de seminarios, charlas, de variedades, de estrategias y de que íbamos a alcanzar los 36 dólares la caja y finalmente no pasó nada”, dice Sánchez.

TALCA. En plena época de vendimia, nada mejor que hablar con un experto en el tema, que con muchas respuestas muy técnicas nos va interiorizando en el mundo vitivinícola, una de las actividades productivas más importantes de nuestra Región del Maule y con Andrés Sánchez se consigue eso.

Es un destacado enólogo de la región. Está asentado en Villa Alegre. Estudió Ingeniería Agrónoma en la Universidad de Chile para más adelante especializarse en Enología y Vitivinicultura.

Es enólogo de Gillmore Wines, Dakel -Jackson Family Wines Chile; consultor Enológico Proyecto Agricultura, Italia; mentor y cofundador de VIGNO; mentor y cofundador de ALMAULE

– Andrés, en plena época de vendimia, ¿cuál es la realidad de la actividad vitivinícola para esta temporada en los valles de Curicó y del Maule?

“La realidad se ve compleja. El mercado está en baja, todavía hay stock dando vueltas y es lo que principalmente afecta a los vinos de calidad media a alta, asociados a distintos cambios de consumo a nivel mundial, un poco a la crisis de China, menores compras en Europa, esos vinos europeos son transferidos a menor precio a Estados Unidos y a otros mercados y esos van desclasificando como efecto dominó a los vinos chilenos que carecen de la imagen para poder competir con ellos. Se enfrenta la vendimia con una situación agrícola más complicada que otros años, seguramente una de las más complicadas que me ha tocado ver, con arranque de viñas, con precios muy bajos en la uva”.

– ¿Estamos viviendo una crisis vitivinícola?

“El precio del vino chileno cuando yo partía hace casi 30 años era 26 dólares la caja y todas las políticas públicas y privadas enfocaban en que íbamos a subir a 36 dólares la caja y había una serie de seminarios, charlas, de variedades, de estrategias y de que íbamos a alcanzar los 36 dólares la caja y finalmente no pasó nada. Hoy día estamos con un precio promedio de 26 dólares y medio, es decir, bajó el precio promedio de venta y tienes que considerar que ha subido todo, la energía, los costos secos, la botella, tapones, cartones, subió el costo de la mano de obra, subió el petróleo, subió todo y vendemos el vino más barato. Entonces es como un contrasentido, es una locura, es una crisis por donde se le mire”.  

– ¿Somos un país que tiene una cultura vitivinícola?

“No, somos un país exportador de vinos, pero no tenemos una cultura vitivinícola, un país más de comerciantes de vinos. Para ser un país productor vitivinícola necesitamos que la gente vibrara más, un país más atomizado, la perspectiva del propietario, los sueños asociados a los distintos tipos de vinos, no está muy presente y eso es otro punto que les favorece a los argentinos. Somos un país de productores de vinos y de comerciantes de vinos y muchos de esos comerciantes ni siquiera son productores de vinos, entonces sí hay ahí una deuda que se nota en la calidad de los productos”.    

– Las olas de calores intensas que se han sentido durante este verano, ¿pueden afectar a la vendimia maulina?

“Sí, afectan muy fuertemente. Una primavera atípicamente cálida y un verano con algunos peaks de temperaturas y que afectaron. Se ve una baja de hasta un 30% en viñedos que tiene riego y en viñedos de secano con hasta un 40% menos de producción. Se ve que hay mucha uva en los viñedos, pero con granos muy pequeños que pesan poco y eso tiende a que este menor volumen, con el calor se va acumulando azúcar más rápidamente por lo tanto estamos teniendo una vendimia con acumulación de azúcar más temprana y eso hay que entenderlo”.

– ¿Los europeos nos llevan mucha delantera en procesos productivos vitivinícolas?

“Nos llevan la delantera culturalmente. Creo que 500 años no son suficientes para desarrollar un continente, queda mucho por avanzar y si bien es cierto hemos hecho pasos gigantescos todavía hay áreas que hay que desarrollar, yo creo que en eso algunos modelos europeos de preservar. Hay cosas de los europeos de ligar el vino con la identidad, al territorio, a las costumbres, a la forma de ser que acá no se han explotados, por eso es tan importante VIGNO y lo que estamos haciendo acá con Gilmore, que es conectar el vino a un territorio, a una cultura a un estilo de hacer las cosas. En eso nos llevan la delantera los europeos y Chile no lo ha querido ver, pensó que vendiendo marcas iba a ganarle al mundo y las marcas son sólo eso, son marcas, pero el vino es el reflejo de un lugar, de su gente, de los errores , de los aciertos, de la música, de la comida, de la historia y también nos equivocamos a veces pensando que un país es vitivinícola pensando que tiene una o dos historias, un país es vitivinícola si cuenta con miles de historias que cuentan que el vino es parte de distintos lugares. Hay que salir de las marcas y enfocarse en los territorios, en el lugar”.    

– ¿Ellos se especializan más?

“Ellos tienen más regulaciones y tienen una ligazón del producto al territorio mucho más específico y por lo tanto tienen una conexión con la cultura, entonces cuando uno se toma un vino, por ejemplo, Toscano inmediatamente se imagina la Toscana, el viaje, la tierra, la comida, y además tienen la gran gracia los italianos de haber expandido de cocinar y de calidad de comida por todo el mundo. Cuando uno se toma un vino chileno y si no tiene referencia de la cultura de lo que es Chile no entiende mucho, no sabe si somos país tropical, donde estamos físicamente. Los europeos son capaces de transmitir en el vino muchas más cosas, mucho más territorialidad y cultura de lo que somos capaces nosotros”     

– Hay publicaciones que lo señalan a usted como quien “edificó la industria vitivinícola chilena”

“Chúngale, es un título muy grande. La industria tiene un montón de gente que han cooperado de distintas maneras, con distintas visiones y yo creo que es una suma de esfuerzos de todos lados, no sé si siento así como un edificador, lo que sí he puesto una mirada distinta de enfocar en hacer cosas que nos puedan llevar a elevar la visión del vino en Chile que son trabajo a largo plazo porque VIGNO ya cumplió 14 años, el concepto de plantas viejas, de secano está funcionando y las variedades que traje de Italia principalmente ya están demostrando que pueden hacer vinos notables acá en Chile y no lo digo yo, lo dice el mercado, no me siento así, peor creo que pasar por el mundo sin saber nada es medio fome, pero todo tiene que ver con los viajes que me tocó hacer, trabajar en este proyecto con los americanos de mapear Chile, después mapeamos Argentina, roda el área de Mendoza, después viajes por Italia, California, Estados Unidos, se juntaron en una forma de proyectar lo que es Chile, que es increíble, peor hay que ponerlo en un formato que lo haga atractivo”. 

NUESTROS VECINOS

– ¿Cuál es la diferencia entre el vino chileno y el argentino?

“Me tocó trabajar dos años en Mendoza, entre 2000 y 2002, los vinos son increíbles. Desde el punto de vista técnico, nosotros tenemos un clima moderado con la frescura del Pacífico, con las dos cordilleras. En la de Los Andes se generan suelos volcánicos y hay estas frescuras que se generan en las tardes por la cercanía al Pacífico, que es un mar frío, energizado, lleno de oxígeno y que hace respirar los valles acá en Chile. En el caso de Argentina tienen un clima continental, que la frescura se consigue con la altura y como es un clima continental, tienen variaciones mucho más potentes, tienen viento sonda, tienen cambios climáticos en invierno, tiene granizos, es mucho más complejo producir vinos allá. Tienen más dificultades y a pesar de que están todas las viñas juntas en Mendoza o la mayoría, porque hay viñas en distintas partes de Argentina. El problema de Chile es que están mucho más distanciadas las viñas y eso hace perder energía y perder concepto de unión, creo yo. Los argentinos tienen una mirada mucho más europea para muchas cosas y es un país grande, potente, tienen Buenos Aires, es un país del que ha emigrado mucha gente a diversas partes del mundo y que reconoce en sus vinos y tiene un enfoque en calidad mucho más acertado y pese a que partieron con la exportación más tarde que nosotros tienen un promedio de precio de venta superior al de nosotros y eso es interesante entenderlo”.

– ¿Por qué creció tanto y tan rápido el mercado del vino argentino?

“Creció muy rápido y Argentina tiene cosas gigantescas para mostrar: tiene la carne, el tango, el fútbol, Maradona, el rugby, la música, el rock, un cerro de escritores, es un gran país, entonces yo creo que algo que hacemos muy mal acá en Chile es mirar en la actividad vitivinícola a ‘huevo’ a los argentinos. Yo me acuerdo cuando trabajé allá, muchos colegas míos chilenos no me creían la calidad de vinos que ellos tenían. Y es más fácil asociar todo lo que tienen. Son más gozadores de la vida, más vividores, entonces tienen cosas que es más fácil de identificar, los vinos que tiene de altura son extraordinarios. Tienen muchos europeos famosos también que van a hacer vinos allá”. 

– ¿Cómo ha sido su experiencia con el vino peruano?

“Perú fue otro gran descubrimiento. Yo estuve muchos años tratando de exportar nuestros vinos a Perú y era muy difícil porque nosotros somos pequeñitos y el mercado peruano funcionaba con empresas grandes, con una forma de comercialización muy antigua, con grandes familias, y yo creo que los sommelier han hecho una gran labor allá y lo que yo noté siempre que tenían una comida increíble y nunca asociada a vinos buenos. Siempre pensé que necesitaban vinos de mayor intensidad para sus comidas y finalmente logramos entrar a Perú y a Lima con un exportador particular que se enamoró de nuestros entiendo un poco la comida peruana asociada al vino y después organicé una degustación con los vinos peruanos que están produciéndose, que fue muy interesante. Me tocó viajar a un par de áreas de donde se producían vinos y se ven cosas muy interesantes, están haciendo cosas con algunos moscateles, con algo de que llaman criolla y Perú tiene la gran gracia de haber hecho famosa su comida a nivel mundial y el vino puede ser un gran complemento”.         

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