El café del Teatro Regional del Maule, fue el punto de un encuentro único e inolvidable, con un hombre multifacético con una clase y estilo de excelencia, con el garbo propio de un intelectual que son ese tipo de seres que encuentran las maravillas de la vida, en el desafío de crecer, la ilusión al soñador, la esperanza intacta y la belleza de la palabra sentida.
“Pude haber sido un crack; sin embargo, las lesiones y mi fuerte carácter, truncaron una carrera que pudo haber sido increíble”, es una cita textual del inolvidable José Luis Prieto Lorca.
Ningún talquino ignora que los Prieto están entrelazados con la historia de Rangers, como alguien dijo, Los Prieto son a Rangers, como Rangers a Talca.
Su padre, Eduardo Prieto Vargas, fue uno de los goleadores del equipo en 1952, que ganó un cupo en la primera división. Siguieron ese camino Eduardo, Pablo, el propio José Luis y Cristian.
“El fútbol se me dio fácil, a los 17 años jugaba en la selección juvenil de Talca y me vieron de la Universidad Católica, me llevaron a la institución y luego de entrenar tres meses ya integraba el primer equipo con figuras de la talla de Alberto Fouillioux, Gustavo Moscoso, Eduardo Bonvallet, Óscar Wirth e Ignacio Prieto. A los 19 años fui considerado el mejor puntero del campeonato. Ese año, 1975 con los cruzados fui campeón de segunda división”, recuerda José Luis.
Eran años dulces, el talento y la calidad brillaban con luces propias y José Luis se convertía en crack, para muchos periodistas de la época era el sucesor innato de Ignacio Prieto, pero las lesiones y otros factores comenzaron a hacerse presentes.
TRAYECTORIA Y RETIRO
Entre 1975 y 1979 jugó en Universidad Católica, 1980 y 1981 Huachipato, Rangers 1983 y 1984 y se retira en Palestino en 1985.
“Me retiré joven del fútbol, a los 27 años, gatillado por los permanentes desencuentros con los entrenadores. A algunos los consideraba poco preparados y cuando son poco preparados la forma de conducir a los grupos humanos no es las más adecuada. No se puede dar el gusto a todos, pero un entrenador no puede ser despectivo. Yo enfrenté, frente a todo el plantel, a Gustavo Cortés. Había sido elegido el mejor jugador de la cancha, estaba en todos los rankings, vuelvo a entrenar y no tenía camiseta. Yo no lo acepté y renuncié sin pensarlo dos veces el fútbol. Nunca fue mi tabla de salvación”.
EL ARTISTA
“Terminado el paso por el fútbol me fui a vivir a Europa, estuve en Barcelona, Inglaterra y París, me comencé a rodear de personas intelectuales y preparadas, como por ejemplo del escritor Óscar Castro, de quien aprendí mucho”.
José Luis estudió diseño en la Universidad Católica de Chile y Publicidad en Concepción. Es caricaturista, pintor y escritor. Como dibujante humorístico colaboró con las revistas Ceatoli y Minuto 90 y en los Diarios La Mañana y El Centro de Talca, bajo el seudónimo de “Ronkoni”.
Como pintor, ha expuesto en Chile, Francia, España y Estados Unidos. También incursionó en las radios Lautaro, Fantástica, Mágica y Chilena del Maule.
Algunas de sus obras literarias son: “De Chumachenco a París”, “Confesiones de un rojinegro”, “Permiso para retirarme”, “Úrsula y las Palomas, “Fútbol y más” y “París no se acaba nunca”, entre otras.
“La carrera de un escritor es la suma de mucho aprendizaje, de muchas experiencias. No he tenido una vida plana, he tenido una vida de muchos altibajos en lo sentimental y pérdidas familiares muy grandes. La musa inspiradora aparece en los momentos de más dolor porque uno se recluye, me he transformado en un ser solitario”, aseguró
EL PRESENTE
“Disfruto de la crítica especializada, recibiendo muchos elogios de mi última producción literaria ‘Úrsula y las palomas’ y de los talleres de pintura que realizo en distintas comunas de la región. Presto servicios a la Munici-palidad de Talca y recientemente estuve una semana en Colombia, donde visité muchas librerías y compré muchos libros. Reflexiono y pienso mucho, disfruto cada momento, simplemente dando gracias por el solo hecho de vivir”.
Para el autor de esta nota fue una distinción y un privilegio la amena charla con una persona extraordinaria, por su sencillez y calidez, y que desde pequeño me ha honrado con su amistad.
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