Sus inicios fueron en Rangers. Hablamos de un delantero de una calidad extraordinaria y por sobre todo, de una humildad digna de todo reconocimiento y elogio.
TALCA. En este hermoso viaje a la nostalgia y de traer al presente, a aquellos que dejaron una huella que no desaparece a pesar del paso acelerado del tiempo, nos encontramos con Juan Covarrubias, un delantero de una calidad extraordinaria y por sobre todo, de una humildad digna de todo reconocimiento y elogio. “El futbol me dio más de lo que algún día soñé, por eso soy un agradecido. Empecé jugando en las canchas de tierra de la Daniel Rebolledo, y en mi carrera tuve la fortuna de jugar en los estadios más lindos del mundo como: Wembley, el Maracaná, en Europa y el Medio Oriente, pero nunca olvidé mis raíces y mis orígenes”, dice Covarrubias.
LOS INICIOS
Rangers a la edad de 16 años, y aún siendo estudiante de Salesianos, fue la puerta de entrada para una exitosa trayectoria futbolística que lo llevaría por varios equipos del fútbol chileno, donde dejó su estampa de goleador. “Rangers tiene para mí un significado especial, por ser el equipo donde me inicié como jugador, soy un agradecido. Este equipo me llevó a ser la persona que soy actualmente y que me abrió las puertas para llegar a varios equipos y a la Selección Nacional. No haber jugador en Rangers, habría significado no aprender las cosas lindas que tiene el fútbol. Así que siempre tendré un cariño especial, alcancé a estar tres años y en una etapa muy linda de la vida, ya que llegué a los 16 años”, dijo.
COBRELOA
En el Estadio Zorros del Desierto de Calama, forma parte del mural “No somos Grandes, somos Gigantes”, ya que es el goleador histórico de los loínos con 151 goles en 11 temporadas, donde logró tres títulos y un torneo Polla Gol, más una serie de participaciones internacionales. “Sin duda que haber jugado en Cobreloa, fue una experiencia muy linda que me tocó vivir. Allí me junté con mi amigo y compadre Hugo Rubio y con otro exrangerino como Vicente Cantatore. Cobreloa fue el equipo más importante en mi carrera me sirvió para ser cotizado como jugador y de ahí llegar a varias selecciones chilenas. Soy el goleador histórico de esa institución lo que no todos pueden lograr”, subrayó.
De la misma manera tuvo pasos importantes por varias selecciones chilenas, donde cada vez fue adquiriendo más experiencia y bagaje, en una carrera que siempre fue en ascenso y que a punta de goles logró un sitial en el estrado del éxito, donde muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. En la Selección disputó 16 encuentros oficiales y marcó 2 goles. Sus participaciones fueron en la Copa América 1989 y las eliminatorias rumbo a Italia 1990.
EL PRESENTE
“Uno propone, pero Dios dispone ya que mis pretensiones eran quedarme en Temuco, sin embargo, en una pasada por Chillán, me encontré con Hugo Solís, quien me convenció de jugar en Ñublense, me encantó la ciudad y su gente y tras el retiro me quedé acá”, señala.
Lleva 27 años viviendo en esa ciudad, estuvo mucho tiempo dedicado al área empresarial la que se extendió hasta la pandemia. De manera paralela ejercía la labor de encargado del fútbol en el Colegio Alemán de Chillán, desde primer básico hasta cuarto medio. “En esta hermosa labor transmito y enseño todo lo que aprendí como jugador, pero por sobre todo les inculco a los estudiantes valores y principios que son claves para enfrentar la vida”, cuenta.
En lo familiar Juan Covarrubias, se manifiesta feliz de sus 40 años de matrimonio con su señora Sandra, de sus dos hijos profesionales Juan Sebastián (kinesiólogo), además de Yasna Paola (odontóloga) y sus nietos: Agustina, Gaspar, Dominga, Lourdes, Luciana y Javiera, que forman parte del entorno cálido y del nido que impulsa en el día a día a enfrentar la vida con decisión y optimismo, agradecido de todo lo logrado a partir de un sueño que se transformó en una historia de vida convertida hoy en un cuento de hadas.
Fue incluso el propio Marcelo Salas, goleador histórico del futbol chileno, que en más de una oportunidad dijo que su “ídolo” era Juan Covarrubias. Palabras mayores.