TALCA. En la hermosa tarea de traer al presente a personajes que dejaron una huella imborrable e imperecedera en el tiempo, nos encontramos con el recordado arquero de Rangers Wilfredo Leyton, quien sin duda forma parte de la memoria colectiva de los eternos seguidores de los rojinegros.
Hoy avecindado en su campo, al interior de la comuna de San Rafael, en la tranquilidad que tanto se busca, rodeado de la naturaleza y con la imponente cordillera de Los Andes como telón de fondo, se dio el tiempo para compartir las emociones propias de la vida, de las alegrías y también de los momentos amargos, cuando se transita por el túnel oscuro del que a veces cuesta salir.
SU TRAYECTORIA
Recuerda que, de un campeonato de barrios, saltó a las inferiores de Universidad Católica donde rápidamente llegó a los juveniles. Los cruzados estaban de gira en Centroamérica y no llegarían por emergencia climática a jugar el partido por la competencia ante Magallanes, que buscaba obtener los puntos por secretaría, “se formó un equipo juvenil para cumplir con el partido y debuté profesionalmente ganamos 4 a 2 en un partido memorable. Tenía solo 18 años y era un sueño cumplido ya que siempre me gustó la católica, Jugué un par de partidos más e inicié mi trayectoria en otros clubes”.
Desde 1972 a 1978 defendió la portería de Aviación, con el título de la segunda división en 1973 bajo la dirección técnica de Arturo Quiroz, el entrenador más influyente que tuvo en su carrera. En 1979 tuvo la opción de irse a Colo Colo, pero optó por Naval de Talcahuano, donde fue parte de históricos planteles. Allí permaneció hasta mediados de 1984, cuando llega a Rangers a jugar hasta el 87. “El 85 cumplimos una campaña notable; de hecho, estuvimos a punto de ganar la liguilla de la Copa Libertadores de América”, recuerda Wilfredo.
Las temporadas del 88, 89 y 90 jugó en Lota y terminó su carrera jugando en Puerto Montt en 1991.
Otro hito relevante es el Sudamericano Juvenil 1971 jugado en Paraguay.
Terminado su tránsito por el fútbol se insertó en el mundo laboral en el rubro de la Minería en la empresa Anglo American, hasta jubilarse en 2018.
EL PRIMER GOL DE ARCO A ARCO
Hace ya 51 años, el 23 de octubre de 1973 Wilfredo Leyton, inscribió con letras doradas su nombre en la historia del fútbol chileno al marcar el primer gol de arco a arco, jugando por Aviación, en un partido frente a San Antonio Unido.
“Ese fue un gol que no tuvo tanta repercusión porque no había televisión, era algo insólito porque nunca antes había ocurrido en Chile. El estadio estaba lleno porque San Antonio estaba peleando arriba, se reanudaba la segunda rueda y nosotros viajamos escoltados por militares, porque éramos el equipo de la FACH. Me da un pase el central Eduardo García y yo la tomo y le pego desde el borde el área grande. Corría mucho viento ese día la cancha estaba pesada, mojada, y la pelota pesaba más. Le pegué arriba buscando a Miguel Antequera, la pelota dio el primer bote cerca del círculo central y nadie la agarró, y cuando da el segundo bote un poco antes de la medialuna del área grande, la pelota de repente se eleva por el viento y le pasó por encima al arquero de San Antonio Teodoro Gantz, que saltó, tiró un manotazo para arriba, pero ni la tocó. Quedamos todos paralizados incluso el árbitro, que finalmente validó el gol luego que mi compañero Eloy Vidal, le gritó que el gol valía. Recibí muchas felicitaciones incluso hasta del general Leigh que formaba parte de la junta de Gobierno”, recuerda Wilfredo Leyton, en un año que tocó el cielo, ya que al margen de su logro histórico fueron campeones.
LA VIDA
Como ocurre a todos, la vida de Wilfredo, ha sido de luces y sombras “por el fútbol fui conocido, me paraban en la calle para pedirme un autógrafo. Tuve la mala ocurrencia de casarme a los 22 años, lo que fue una pésima experiencia, me involucré con una persona que nunca me ayudó. Jugaba con dos fuerzas, el enemigo deportivo que tenía en la cancha y el que tenía en la casa. Muchas veces terminados los partidos me abrazaba del palo del arco y me decía a mismo… por qué ando tan bien, con todos los problemas que tengo”.
Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, llegaría el ángel especial a la vida de Wilfredo. “Aquí en Talca conocí a Inés, mi compañera de vida, si hubiera aparecido antes podría haber logrado muchas cosas. Pero Dios sabe cuándo las cosas deben ocurrir. Ella me motiva, me alumbra, me alegra”.
Hoy es su compañera de vida junto a su madre Rosa, que próximamente cumplirá 100 años.
Palabras de emoción de Wilfredo, para su hijo mayor, fallecido en 2018 a consecuencia de un accidente vascular.
De los grandes se cuentan historias y para el equipo de diario La Prensa, fue un momento impagable compartir en la casa de Wilfredo de una amena charla, que deja la lección que siempre va a triunfar el que nunca se doblega ante la adversidad.