Pavimento nuevo… y el otro, viejo y quebrado

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Editorial

Este es un tema muy antiguo; tan antiguo casi como las mismas comunidades que, luego de largos  años siendo “villas” o “aldeas”, recibieron su bautizo republicano de “ciudades” y le fueron creciendo edificios públicos; amplias casonas, y sus calles -otrora empedradas o adoquinadas- tuvieron el privilegio de contar con algo que era propio del progreso y el desarrollo, como fue el pavimento o concreto.
Como en aquellos lejanos años (finales del Siglo XIX) la producción nacional de cemento estaba en pañales, se importaba el llamado “cemento inglés” y las crónicas que publicaba el diario La Prensa en sus primeros años de existencia, consignaban por ejemplo, que en la pavimentación de la céntrica intersección de las calles Yungay y Merced se aplicó nada menos que “hormigón armado”.
Pero esos eran otros años, con otras realidades y otras circunstancias sociales, políticas y económicas, porque en esa época “vivía” mucha gente dentro del perímetro de las cuatro principales avenidas incluyendo, por supuesto, el área céntrica, hoy convertida solamente en un conjunto de casas comerciales y grandes tiendas y negocios.
Al pasar el tiempo y cuando surgió una ley, al amparo de la cual surgieron las Unidades Vecinales, las primeras en organizarse fueron precisamente las del centro, pero como “los hogares” con familias comunes y corrientes fueron prácticamente “desapareciendo” ya que sus dueños cambiaron sus domicilios hacia cierta privilegiada periferia, hoy pareciera que esa parte importante de la ciudad es “tierra de nadie”.
Si hubiera activos y responsables presidentes de esas unidades vecinales, se preocuparían de hablar con las autoridades y reclamar por sustantivos arreglos, como (entre otros) el pavimento de la fracturada cuadra de calle Peña entre Estado y Argomedo o de la vereda sur de calle Villota a metros de calle Yungay.
Por estos días, sin embargo se habla muy “entusiastamente” de los trabajos de “conservación de vías urbanas en Curicó”, en especial con nuevas veredas.
¿Qué más “urbano” que el centro mismo de la ciudad, con rémoras olvidadas y que este diario, más que centenario, viene citando con veterana persistencia?