Grave no, gravísimo

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Editorial

El verano es sinónimo de vacaciones, incluso en medio de la pandemia del Covid-19. 

Y justo cuando miles de personas a lo largo de Chile estaban tratando de descansar y disfrutar de unos días de relajo en un modo que incluye el cumplimiento de medidas sanitarias y algunas restricciones, una alerta causó temor, inseguridad y desconcierto. 

A las 20:36 horas de este sábado se produjo un sismo de magnitud 7.1 en la Antártica. Con esto, el Sistema Nacional de Alarma de Maremotos (Snam) del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, emitió un boletín reportando una amenaza de tsunami en la Antártica por un sismo de magnitud 7.1 ocurrido a las 20.36 horas de este sábado.

Inmediatamente, el Sistema de Alerta de Emergencia envió un confuso mensaje de evacuación para el territorio Antártico… el problema es que ese mensaje llegó prácticamente a ciudades de todo Chile.  

El mensaje de alerta fue recibido en los teléfono celulares cerca de las 20:55 horas y por mala coincidencia, minutos después se produjo un sismo en la zona central de Chile, entre las regiones de Coquimbo y el Maule, por lo que el mensaje de “abandonar la zona de playa” hizo que muchas personas entraran en pánico.

De hecho en la localidad de Iloca, en la costa curicana, las personas evacuaron a los cerros, sin esperar alguna confirmación de las autoridades locales o personal de Carabineros; incluso algunos cargaron sus autos y retornaron a sus lugares de origen.

La noche del sábado también se vieron imágenes de personas evacuando en La Serena, Canelillo, Constitución y muchos otros lugares.

Por supuesto que el sistema SAE es necesario y ha sido muy útil en otras emergencias, no solo en sismos, sino también durante aluviones e incendios forestales para que las personas dejen los lugares que constituyen un riesgo.

Pero lo que ocurrió la noche del sábado es completamente inaceptable, pues causó pánico en la población.

Este no es solo un error grave, como lo dijeron desde el ministro del Interior hacia abajo, es un error gravísimo que afecta la credibilidad de todo un sistema.

¿Y si una persona sufre un infarto y muere ante el temor de una falsa emergencia? ¿quién responde? ¿Quién responde por personas atropelladas al momento de escapar de esta amenaza inexistente?

En este caso debe existir un responsable por lo ocurrido, ya sea el director nacional de la Onemi, el encargado del SAE o la empresa que les presta el servicio. Alguien tiene que responder por el desastre de mensaje enviado a todo el país.