TALCA. En la galería del recuerdo, nos encontramos con Víctor Ibarra, que tuvo una extensa y dilatada trayectoria en el futbol, jugando en la posición de arquero.
Le sucedió lo mismo que el recordado “Palitroque” Rodenack, ya que vino a Talca, por seis meses y se quedó para siempre con nosotros. Oriundo de San Bernardo, pero ya talquino por adopción.
“Quiero agradecer sinceramente la consideración de diario La Prensa por la invitación a esta página, que recuerda a quienes tuvimos la maravillosa oportunidad de jugar al fútbol. Me siento muy complacido por esta distinción”, señala Víctor.
Su trayectoria la forjó en base a su pasión por el fútbol, su corrección dentro y fuera de la cancha, su humildad y por la divinidad del altísimo que lo puso en el lugar y con las personas adecuadas, que fueron fundamentales en sus comienzos y en la encomiable tarea, con sus alegres y joviales 17 años, comenzar a abrirse paso entre los grandes.
Fue desde joven el sostén de su familia, y por ello se dedicó de lleno a los abrazos del domingo. Su figura y estampa lo situaron en el lugar que sentía y quería, siempre aferrado a su creencia en Dios y fiel a los principios y valores que tuvo de su padre, el gran motivador.
“Fue mi padre que me inculcó el fútbol, él hizo reservas en Santiago Morning y Audax italiano. Mis primeros pasos fueron en las cadetes de Santiago Morning, con el recordado técnico Luis Aurelio Valenzuela; de allí me fui a probar a Palestino y quedé por decisión de Fernando Riera que venía volviendo de México. Posteriormente, un paso por Aviación, en juveniles donde conocí a mi gran amigo Wilfredo Leyton, con quien tengo una linda amistad al igual que Ricardo Biondi a quien conocí años después en Rangers”, recuerda Ibarra.
ACERCÁNDOSE A LA GLORIA
Tras sus inicios, tuvo la oportunidad de jugar en Lan Chile, que militaba en la tercera división. “Jugué cuatro partidos en juveniles y por lesión de los dos arqueros tuve la oportunidad de debutar en el primer equipo donde ganamos 2 a 1 a Talagante Ferro, incluso con un penal atajado. Mi debut fue con el pie derecho”.
“El año 78, un dirigente de O’Higgins, que me vio jugar, me dijo que fuera a Rancagua a hablar con Luis Santibáñez y me fue bien, ya que quede en el plantel donde viví hermosas experiencias, siendo el tercer arquero después de Miguel Ángel Leyes y José Carlos Quiroz, en las temporadas 78, 79 y 80”.
“El 81 me prestaron a Colo Colo, donde mi principal logro fue haber sido campeones del torneo de reservas, ganando la final a Universidad Católica y siendo elegido el mejor arquero”.
En el 82 Víctor llega al Maule para defender a Deportes Linares, donde cumple una exitosa campaña, con el récord de mantener siete partidos el arco invicto. Hoy es parte de la galería histórica de los albirrojos.
Seguidamente, vendrían buenas campañas en General Velásquez, Magallanes, Rangers, Ñublense, para terminar en 1996 en el arco de Santa Cruz. “El último partido de mi carrera lo jugué aquí en Talca, perdimos 3 a 1 y al final la barra de Rangers Moisés “Fonola” Rojas, me llamó para despedirme, le regalé a la galería mi camiseta, mis guantes y mis zapatos de fútbol. Fue algo muy emotivo que todavía recuerdo con mucha alegría”.
AMOR POR TALCA
“Mi suegra era talquina y siempre me dijo ‘Víctor cuando te vayas a comprar una casa hazlo en Talca, así los tendré más cerca’. Y así lo hice. Rangers me dio esa posibilidad y en ese sentido agradezco a los exdirigentes Antonio Peredo y Enrique Morales, que me ayudaron mucho.
Hoy mis hijos Víctor Andrés, ingeniero civil industrial y Natalia Andrea, kinesióloga, se desempeñan aquí en Talca. También haber jugado en Rangers, me despertó más el amor por esta linda ciudad”.
EL PRESENTE
Víctor Ibarra, va a cumplir 28 años trabajando en el Ministerio de Obras Públicas, como operador de máquina pesada. “Llegué para enseñar el fútbol y se dio la oportunidad de desempeñarme en otras áreas. Estoy feliz con mi trabajo, con mi familia, con mis cuatro nietos: Lucas, Gaspar, Mateo y Enzo”.
“Además, he tenido alegrías muy grandes, ya que como técnico logré el título de campeón Regional con Aurora de Chile y en 2006 fui campeón nacional con Costanera en la serie 35, un título histórico que nadie ha conseguido”.
Fiel a su formación Víctor sigue practicando deporte y también se da tiempo para otra de sus pasiones, que es la pintura.
Víctor Ibarra, se confiesa por haber sido parte de la etapa romántica del fútbol, a diferencia del presente donde todo es robotizado y se juega con el marketing y la pinta, más que pasión y amor por la camiseta: “aunque jugué en una etapa de muchas necesidades en los clubes, falta de infraestructura y de sueldos impagos, agradezco y miro con nostalgia ese tiempo que no volverá”.
Gracias Víctor por la amena conversación y por ser el caballero de siempre: educado y respetuoso, por ser un líder con carácter, ímpetu y transparencia que aplicaste durante tu trayectoria en el fútbol, valores que se reconocen y valoran como parte de tu sello de vida de gran deportista y persona excepcional.